Dos años después, la herida no cicatriza e incluso se agranda

Han pasado 730 días, pero las heridas siguen abiertas. Las físicas, las morales y, según se pudo comprobar ayer, también las políticas. La unidad fue imposible. Ni siquiera para contar a los muertos. El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid hablan oficialmente de 192 fallecidos. Incluyen al feto de una mujer embarazada fallecida en el atentado. El Gobierno habla de 191 muertos en el 11-M y suma al policía miembro de los Geo muerto en Leganés en la explosión provocada días después por los terroristas que se suicidaron. En el acto celebrado en el Bosque de Recuerdo estuvieron todos. Gobierno, oposición, Ayuntamiento, Comunidad y las dos asociaciones mayoritarias de víctimas. Hubo silencio, respeto y lágrimas. Se evitaron los discursos públicos para no aumentar la división. Pero fue imposible borrarla. Rajoy se marchó sin despedirse de Zapatero. Pilar Manjón y Francisco Alcaraz, portavoces de las dos asociaciones de víctimas, no sólo no se saludaron sino que ni siquiera se miraron pese a permanecer casi una hora a escasos centímetros uno del otro. La tensión se palpaba pero no hubo reproches públicos. Sí los hubo apenas unos mi-nutos antes. La Asociación de Víctimas del Terrorismo con-vocó otro acto de homenaje. Y allí no estaba Zapatero, pero sí Rajoy y Esperanza Aguirre. Hubo también emoción, pero no silencio. La concejal socialista de Getxo (Vizcaya) Gotzone Mora fue muy dura. «Zapatero nos está pisoteando en nuestra dignidad», afirmó. Durante la jornada, los políticos ahondaron esa división. «Queremos saber quiénes han sido los autores de ese atentado», dijo Rajoy, dos años después de la matanza y con el sumario a punto de cerrarse. Alcaraz llegó a decir que hay «intención de no querer saber la verdad». El Gobierno evitó contestar, pero el PSOE no se quedó corto en sus críticas. El secretario de Política Municipal y Libertades Públicas socialista, Álvaro Cuesta, acusó al Partido Popular de «traficar políticamente con el terrorismo» y de poner en marcha una «maquinaria para desarrollar un engaño masivo» en medio «del desgarro, la sangre y el dolor» de os atentados. Han pasado dos años desde el siniestro, pero parece evidente que harán faltan todavía muchos más para que la pueda quedar cicatrizada.