Diario de León

Los aberzales creen imprescindible que el Estado reconozca el derecho de autodeterminación del País Vasco

El proceso de paz será largo y podría extenderse hasta después del 2008

Las conversaciones con el entorno de la banda se?iniciaron al poco de llegar Zapatero al poder

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David Beriain / Tomás García - bilbao / redacción
León

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Largo, duro y difícil. Zapatero y Otegi coincidían en los últimos días en defi nir así el camino que se abría hacia la búsqueda de la paz. Una vez hecho el anuncio, ¿cómo será el proceso de paz? ¿Quién negociará qué y con quién? Fuentes oficiales y de la izquierda aberzale aseguran que el proceso podría extenderse hasta más allá del 2008. Primero, el Gobierno se concederá un plazo para lo que el mismo Zapatero ha denominado como «la verificación de la autenticidad» del alto el fuego. Después, posiblemente en junio, el presidente acudirá al Congreso para informar sobre la apertura de contactos. La segunda fase comenzará con el siguiente curso, y se adivina compleja, entre otras cosas porque en medio estarán las municipales del 2007, a las que Batasuna espera llegar legalizada y dispuesta a cobrarse los réditos de la tregua. En esta segunda fase se abrirán dos mesas de negociación. La primera será entre ETA y el Gobierno. Aquí no habrá diálogo político y eso es algo que admiten hasta los propios aberzales: «ETA sabe que un estado moderno occidental no se puede permitir negociar políticamente con una organización armada. Por eso lo deja en manos de Batasuna». ¿De qué se hablará entonces? De los 670 presos de la banda y su desarme. En realidad, esta mesa se puso en marcha hace ya varios meses. «Basta con ver el lenguaje tan comedido del comunicado para darse cuenta que ha sido pactado de alguna forma con el Gobierno», señala un responsable aberzale. Suiza, Noruega y Euskadi Las conversaciones se han llevado a cabo, con más o menor intensidad, casi desde la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero, que recibió la primera carta de la banda en agosto del 2004. Desde entonces, un cerrado núcleo de personas cercanas al presidente han mantenidos contactos con el mundo de ETA en lugares como Suiza, Francia o Noruega. Y también en el País Vasco. La reunión más sonada -fue controlada por agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y acabó siendo pública- tuvo lugar a principios del 2005 en un caserío de Elgoibar. La segunda mesa, la de los partidos, es la fundamental en el proceso. Allí se hablará del futuro político del País Vasco. En ella se han mostrado dispuestas a participar todas las fuerzas políticas vascas a excepción, por ahora, del PP. También estará Batasuna. Falta saber cómo se las apañará el Gobierno para devolver a la formación a alguna forma de legalidad. Fuentes aberzales mostraron a este periódico su confianza en que la apertura del proceso traiga consigo la relajación del cerco judicial: «Va a ser necesario un período de distensión. Llevamos un montón de tiempo en el que todas las partes implicadas hemos utilizado un lenguaje casi de guerra. Ahora hay que reconstruir, acercar posturas, pensar en espacios de encuentro. Quizás haya que inventar hasta un lenguaje nuevo que no hiera las susceptibilidades». Dos argumentos básicos Batasuna acudirá a la mesa de los partidos con dos argumentos básicos, los mismos esbozados por ETA en su comunicado: «Autodeterminación y territorialidad». El primero hace referencia a que se debe articular alguna forma de consulta popular. «Sin autodeterminación no es posible la paz -repiten- Si conseguimos que el pueblo se pronuncie, sea cual sea su veredicto, nosotros ya habremos ganado, nuestra lucha ya habrá merecido la pena», afirman. El Gobierno siempre ha negado ofi cialmente esa posibilidad, si bien en la Moncloa se trabaja desde hace meses en fórmulas ambiguas similares a las que desenredaron la madeja del Estatuto catalán, con vistas a un referéndum que en el mundo independentista se pudiera vender como de autodeterminación. El segundo argumento, el de la territorialidad, hace referencia a que la consulta deberá hacerse en Euskadi, en Navarra y en el País Vasco francés. Ahí, el Gobierno de Zapatero no está dispuesto a ceder. En ese punto, incluso los líderes aberzales admiten que las realidades políticas son diferentes en cada territorio y el anhelo de negociar el futuro de toda «Euskal Herria» a un mismo tiempo se desvanece.

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