«Aquí tienes medio pie fuera de la prisión»

Johnatan tiene 24 años y cumple condena desde los 20 por un delito contra la salud pública. Tras cuarto y dos meses ha conseguido el tercer grado y, lo que es mejor, cumplirlo en medio abierto. «En el centro de inserción se respira bastante libertad», señala el más joven del establecimiento. Tan sólo hace tres semanas que empezó su nueva vida y aún no está trabajando, pero tiene permiso para salir al gimnasio por las tardes para entrenar pues ha cambiado su afición al boxeo por el culturismo. Tiene claro que las reglas son sagradas, especialmente la limpieza de la celda y la higiene personal, el trato hacia los demás y los horarios. Él tiene seis horas de permiso el sábado y otras tantas el domingo ya que carece de domicilio en León y la gran distancia con su tierra, las islas Canarias, no le permite viajar cada fin de semana para ver a su familia. Pero sabe que puede disfrutar de un permiso más largo cada mes, mientras que en la prisión sólo se puede solicitar cada mes y medio. «Aquí tienes medio pie fuera de la prisión, pero sabes que todo funciona con una instancia, que tienes que pedir permiso para todo». Sus cuentas le indican que, como mucho, y si no se tuerce nada tendrá que cumplir en medio abierto un año mínimo y un máximo de dos años y cuatro meses antes de alcanzar la libertad condicional. Y en este tiempo, «me gustaría trabajar» como relaciones públicas o comercial. Por ahora, la única oferta que ha tenido se la han rechazado «por estar en la prisión, pasa una vez cada cien, pero esta una me tocó a mí. Mala suerte». La diferencia con el centro cerrado, pese a que él estaba en un módulo bueno, «es abismal». Desde la cantidad de comida hasta el trato de los funcionarios. «Aquí se respira más tranquilidad y limpiamos todos sin obligación ninguna», señala el joven.