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Curso político a tumba abierta

Roca, premiado por los periodistas

Roca, premiado por los periodistas

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Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Sin esperar a octubre, y como si el verano no existiera, ha quedado inaugurado el curso político más largo, y con seguridad más tenso, de lo que llevamos de democracia. Y no sólo por la cuestión de ETA. También por la resaca del Estatuto catalán y los que vienen -andaluz, valenciano, aragonés, y pronto Baleares y Galicia- pero aún más, por la limpia que algunos jueces se han propuesto ejecutar en el urbanismo costero español. Marbella es el plato fuerte, pero hay raciones alicantinas, murcianas, y de otros sabores regionales en la cocina judicial. De junio a mayo, para concluir con las elecciones municipales y autonómicas en trece comunidades, el curso se adivina cargado de purgas para apartar de las candidaturas a ediles y consejeros que puedan dar imagen de tolerancia con la corrupción urbanística. El proceso va a más. Política-mente el fiasco marbellí se atribuye con justicia al GIL, cuyo fundador tuvo la prudencia de desaparecer a tiempo. Pero fuera de la Costa del Sol, los casos estudiados tienen apellidos de grandes partidos nacionales o regionales y parentesco de segundo o tercer grado. Y se anuncia una generación de dirigentes que no quieren heredar historias poco claras. Léase el elocuente silencio de Alberto Núñez Feijoo ante las investigaciones en Lugo, sin duda un asunto menor, o el culebrón de Terra Mítica, que difícilmente avanzaría si el Gobierno valenciano de Francisco Camps no asistiera al espectáculo cómodamente sentado en la butaca para ver qué sucede con su antecesor Eduardo Zaplana. Experimentos catalanes En octubre o noviembre, legislativas catalanas que pueden dar paso a un nuevo experimento de gobierno tripartito pero sin Maragall y Carod, o sea, con los jóvenes Montilla, Puigcercós y Saura, deseosos de gobernar sin excentricidades. El empresariado preferiría un tándem Mas-Montilla, o a la inversa, a imagen de la gran coalición alemana. Y Zapatero también, porque eso obligaría al PP a obtener mayoría absoluta para gobernar en España, canario más, canario menos. Pero lo que sube en la bolsa política desde el jueves es la opción de adelantar las elecciones generales. Objetivo: conseguir que representantes del mundo batasuno obtengan legitimidad institucional para negociar con el Gobierno. Las controvertidas -y arriesgadas- palabras de Rodríguez Zapatero sin papel alguno en las manos, hacen creer que Batasuna, o como se llame a partir de ahora, deberá legalizarse acatando la ley de partidos que ha quedado claro que seguirá vigente. Sin duda, el presidente Zapatero en vez de cerrar el curso el 29 de junio lo que hizo fue inaugurar el siguiente que arranca cargado de hechos. Vean la agenda veraniega: en diez días, reunión del PSE con Otegi; en sólo cuatro, encuentro estratégico de Pedro Solbes con empresarios vascos, etcétera, etcétera. Y lo que iremos sabiendo. Todos lo intentaron Zapatero ha dado en esta materia el paso más atrevido de un presidente de Gobierno español. Todos intentaron el diálogo con ETA, incluso Suárez, que mandó al comandante Ángel Ugarte, jefe de los servicios secretos en el País Vasco, a dialogar con Peixoto y Peio el Viejo en Suiza. También los enviados de González se sentaron a hablar con ETA en Argel y Santo Domingo, y los de Aznar en Burgos y Ginebra. Zapatero ha dado un paso al frente del que difícilmente se sale ileso si acaba mal el proceso, aunque siempre quedará la baza de pedir perdón a la opinión publica por haberlo intentado. «Lo que no nos perdonaría nunca la ciudadanía es no intentarlo porque si hay oportunidades serias, y las hay, lo irresponsable sería dejarlas pasar por no tomar riesgos», declara al Diario de León el portavoz socialista Diego López Garrido. Otra cosa es si la forma de comunicación fue la más correcta, pero hay que saber que desde hacía unos días en todas las sesiones parlamentarias había un grupo de potenciales alborotadores apostados en la tribuna de público del Congreso a la espera de que Zapatero tomara la palabra allí para hablar de terrorismo. Se puede imaginar fácilmente el perfil del equipo de guardia y qué grupo parlamentario facilitaba amablemente las entradas. Palabras sensatas Curiosa semana parlamentaria ésta. El presidente hace la alocución más importante de la legislatura en las Cortes pero fuera del hemiciclo. Y horas antes, un padre de la Constitución, Miquel Roca Junyent, al recibir un merecido premio de la Asociación de Periodistas Parlamentarios, decía las palabras más sensatas de los últimos tiempos, pero en un hotel de la Carrera de San Jerónimo: «El acuerdo, señores, es algo que no está prohibido. Repito, no está prohibido». Aplíquenselo, sugerían sus breves pero ricas palabras. «Es que viendo lo que pasa, se diría que algunos quieren decirnos que a los españoles les va mal la normalidad. Y no es así. El país está más contento que los políticos. La gente confía más en el país que los políticos», dijo Roca rematando la faena. El premio recogido se llama Huella Parlamentaria. Roca la dejó, como Carrillo, Fraga, González o Herrero de Miñón. Desde que desaparecieron del hemiciclo esas voces, la calidad política retrocedió y algunos bronquistas ocuparon su es-pacio. Menos mal que algunas tardes Mariano Rajoy eleva el listón con su oratoria bien correspondida por Alfredo Pérez Rubalcaba, hasta que el cargo de ministro de Interior lo callara. El Gobierno perdió una voz, pero quizás el Estado ganó un gran negociador.

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