Diario de León

Alivio ante una incertidumbre

La aparición de los restos de la mujer ha puesto fin a la intranquilidad con la que vivían los lugareños ha supuesto un consuelo emocional y zanjado muchas hipótesis sobre su paradero

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Manuel Félix - las médulaslas médulas
León

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Los vecinos de los pueblos del paraje arqueológico de Las Médulas parecían ayer respirar aliviados al conocer la aparición del cadáver de la turista perdida el 29 de mayo en las inmediaciones del lago Sumido. Con el hallazgo, a falta de confirmación oficial, se ponía fin a una larga incertidumbre del colectivo social ante el desconocimiento del paradero de la mujer. Las hipótesis de todo tipo corrieron de boca en boca durante el largo año y medio sin rastro de Edda Shneider. Y todas ellas -las peores- parecen haberse difuminado. O al menos esa era la impresión que ofrecían las palabras de los vecinos del lugar. La lluvia y la niebla de la madrugada del lunes parecían haber obligado a los residentes de Médulas, Carucedo y Orellán a hibernar. Calles y bares, vacíos. Pero, la presencia de periodistas les hacía picar la curiosidad y no dudaban en hablar abiertamente del caso. Varios -con reservas y total anonimato, eso sí- no ocultaban que incluso llegaron a sospechar del marido de la turista, de Burkard. Y por eso, según confesaban con palabras más llanas, se sentían aliviados y respiraban más hondo al considerar ahora que todo fue fruto de la casualidad y la fatalidad de una mujer que se desorientó, se puso a caminar y cayó por un precipicio. Y todo, con tan mala suerte de que el largo mes empleado en las batidas que se realizaron por la zona -con helicópteros, motos, perros y con numerosas personas, e incluso los buzos que rastrearon los fondos del lago Sumido- no dieron fruto. Miguel Fernández, uno de los vecinos del pueblo turístico de Médulas, decía que la gente ya casi «se había olvidado de esa mujer» y se mostró especialmente extrañado que no apareciera ni un solo rastro de ella hasta la tarde del pasado domingo. Además, en los pueblos se conocen todos y saben que, por ejemplo el pastor que con su perro Moro trabaja con sus ovejas por la zona de La Balouta, había pasado en más de una ocasión muy cerca de La Calear, la zona donde apareció el cadáver. Utilizando la retranca semigallega, el hombre era claro e incluso se atrevía a hacer una valoración del trabajo de los medios de comunicación: «Muchos hablan de más y las televisiones ven una mosca y levantan un caballo». Eso sí apostillaba que ahora, la gente de toda esta zona «está más tranquila al aparecer el cuerpo».

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