Diario de León

DESDE LA CORTE

Alonso, tercera «pata» del trípode del poder

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FERNANDO ÓNEGA
León

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ZAPATERO y Rajoy quizá se sentaron ayer en sus despachos con la pregunta de quien tiene todo por hacer: ¿por dónde empiezo? Rajoy no tiene prisa: está en la oposición, sigue en la oposición, y lo suyo es preparar estrategias, más que decidir. Todo puede esperar al congreso de junio, menos un nombre: su portavoz parlamentario, porque de ese nombre obtendremos las claves de la anunciada renovación. Es curioso: nunca esos portavoces habían merecido tanta atención. Si ayer hubiéramos hecho una encuesta para saber cuántos ciudadanos conocían el nombre del socialista en la Cámara Alta, no llegaría al diez por ciento el número de quienes sabían que era Joan Lerma, que ahora será sustituido por la gallega Carmela Silva. Este año las cosas cambian. La renuncia de Zaplana en el PP ha sido noticia de gran relieve. La designación de José Antonio Alonso es la primera gran información del nuevo ciclo político. Se trata, como anunció José Blanco, de un deseo personal de Zapatero, al que sólo cabe hacer una pregunta: ¿por qué envía al Congreso a uno de sus mejores ministros? Es decir, por qué prescinde de uno de los hombres más sólidos y que mejores resultados le han dado. Sólo hay una respuesta coherente: porque esta legislatura requiere personajes de máxima altura y de máxima confianza del líder. José Antonio Alonso reúne ambas características. Dicen las crónicas que el presidente ha tardado cinco horas en convencerle. No me lo creo: ni el más díscolo militante resiste más de treinta minutos. Lo que ha pasado en esas cinco horas ha sido que ambos han perfilado la función de portavoz. Y es que a Alonso le espera el trabajo más complejo de los próximos tiempos: los todavía inciertos pactos de gobierno; la defensa frente a una oposición que se supone dura en el terreno económico; la argumentación jurídica frente al «acuerdo singular» que piden los nacionalistas vascos; la renovación del Consejo del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional; la flexibilidad con el PP y el respeto de este partido ante reformas que requieren su consenso. Y todo, con el talante de Alonso, que es la representación política del sosiego y el sentido común. Y un «pequeño detalle» que cuenta para el análisis político: Zapatero siempre ha concebido su poder basado en tres patas, que son la presidencia del gobierno, el partido y el Parlamento. Así funcionó hace cuatro años con Fernández de la Vega en la presidencia, José Blanco en el partido, y Rubalcaba en el Congreso. Llevado Rubalcaba al gobierno, se perdió una pieza del trípode. Ahora se recupera con un hombre de la talla de José Antonio Alonso. En ese sentido, dejar un ministerio no es un descenso. Es ingresar en el núcleo duro del poder.

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