Diario de León

| Reportaje | El Franco tirador |

Al caudillo se le daba mal la caña

La afición del dictador por la caza y la pesca le trajo a Riaño para abatir un oso al que esperó sentado en una silla y para pescar en el Esla; era habitual verle de paso hacia Picos de Europa

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M. Romero - león
León

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El caudillo visitó oficialmente Riaño dos veces. Una, para conocer el campamento Ordoño II que la Organización Juvenil Española tuvo durante años en La Felechosa e inauguraciones varias (el Parador, el mirador de Panderrueda...). Y la segunda, para dar caza a un oso pardo que nunca alcanzó. Se dice que volvió muchas otras veces «de incógnito» para visitar junto a su esposa a amistades de Maraña y Burón. También queda en el recuerdo popular cómo era habitual ver pasar al caudillo hacia Picos de Europa, donde se entregaba sin mucho éxito a la pesca del salmón. Hay quien le sitúa en una ocasión en aguas del Esla para pescar truchas, pero no existe ni un sólo documento gráfico que recoja alguno de estos momentos. Ni siquiera de la grotesca batida organizada para cazar el oso; no hubo trofeo, no hubo foto. De hecho, el tiro fallido del jefe del Estado no trascendió hasta mucho tiempo después. Éste es, sin duda, uno de los episodios menos conocidos de la vida del dictador. «A mi padre le tocó ir a aquella cacería en el bosque de Hormas», el reducto forestal más querencioso para el oso cantábrico., recuerda Miguel Valladares, historiador local de Riaño. «Subió Franco y detrás de él la Guardia Civil y sus escoltas. Le llevaron una silla y allí estuvo esperando sentado hasta que el oso apareció por una campera. Dicen que le disparó y falló. Eso es lo que he oído contar siempre en mi casa». Por el Pontón con séquito Gaspar Alonso, ex alcalde de Riaño, recuerda que fueron muchas las veces que el dictador atravesó esta población de paso hacia Picos de Europa, donde era esperado por políticos y pescadores para aventurarse a la pesca del salmón. «Se metía en Caño y allí pasaba cuatro o cinco días. Después volvía por el Pontón hacia Madrid». Al parecer no tenía ni idea de pescar y más interés que conocimiento. Pescaba porque el río estaba plagado de salmones y porque dos semanas antes de que llegara el caudillo cerraban el río para cargar aún más la pesca. En León, nadie garantiza que Franco practicara la pesca, pero hay memorias que recuerdan una visita figaz del dictador a principios de los años 60 al Coto de Éscaro, en aquel momento uno de los más ricos de la provincia leonesa. Todo es leyenda y grandilocuencia en torno a la vida personal de Francisco Franco a los ojos de la fundación que lleva su nombre, desde donde se intenta convencer de que el dictador era un gran cazador y un excelente pescador, tanto fluvial como a bordo de su yate Azor, una afirmación dudosa si se tienen en cuenta los testimonios de quienes acompañaron al caudillo en sus salidas a la naturaleza. En la era de Maraña Estos remotos pueblos de la montaña oriental leonesa tenían un sentido especial para el dictador y su familia. Los más mayores de Riaño sostienen que Franco conoció a su esposa en la romería de Riosol, que se celebra cada 15 de agosto en la localidad leonesa de Maraña. En aquellos años Carmen Polo, señora de Meirás, vivía en el colegio de las Salesas de Oviedo. Vio por primera vez a Franco cuando paseaba con unas primas por la céntrica calle Uría de la capital asturiana. Iba a cumplir diecisiete años cuando sucedió esto. Más tarde, durante unas vacaciones en la montaña, tuvo ocasión de conversar con él. Se dice que en la romería de Riosol. Años más tarde, ella recordaba el primer encuentro con estas palabras: «Nos presentaron y charlamos brevemente, siempre bajo la mirada de nuestra ama de llaves. Yo creo que me enamoré de él el primer día que le vi». Cama reservada todo el año El ex alcalde riañés Gaspar Alonso asegura que el dictador pernoctó en una ocasión en Crémenes, aunque la segunda vez lo hizo en el Parador Nacional. Empleados de este establecimiento recuerdan aún hoy que el dictador tenía siempre disponible la denominada «habitación grande». En una de estas visitas, en la que acompañó a los jóvenes del campamento Ordoño II, integrantes de la Organización Juvenil Española (OJE), recibió al entonces alcalde de Riaño y, como si de un genio de la lámpara se tratase, le concedió un deseo. El regidor le pidió un surtidor de gasolina, «que en aquel momento no tenía ni Cistierna ni ningún otro pueblo de la zona», recuerda Alonso. La gasolinera fue construida, como el puente de piedra de La Felechosa, que el caudillo ordenó levantar en sustitución de uno de madera como gratificación a los jóvenes de los campamentos, que por aquellos años abundaban en la montaña oriental. Es el caso del campamento 18 de julio, ubicado también en Riaño. El Ayuntamiento de Riaño, años más tarde, concedió a Franco la Medalla de Oro coincidiendo con el pago de las primeras expropiaciones para construir el embalse. «En una visita a Riaño le dijo al alcalde que le pidiera lo que quisiera. Pidió un surtidor de gasolina y se lo puso» GASPAR ALONSO, ex alcalde de Riaño

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