Diario de León

Las rentas antiguas del decreto Boyer son sólo un residuo del 5%

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León

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«La normativa sobre morosidad no ha cambiado , así que hay miles de pisos sin salir al mercado» MIGUEL ÁNGEL SÁNCHES FREIRE , Cámara de la Propiedad Urbana Los pisos de renta antigua, con contratos anteriores al «decreto Boyer» de 1983 que liberalizó los alquileres por primera vez en España son ya sólo una reliquia. De hecho, hoy se considera un piso de renta antigua a aquel que se rija por contratos de más de quince o veinte años, lo que dice mucho en favor, por rejuvenecerlo, del ex ministro de Felipe González y marido de Isabel Preysler, seguramente por falta de memoria histórica. En el banco de datos de la Cámara de la Propiedad Urbana no hay estadísticas sobre el número de viviendas en alquiler supervivientes a Miguel Boyer, aunque se estima que no deben superar ya el 5% del total del parque provincial puesto en el mercado. Hace un quinquenio eran aproximadamente el 10% y todavía seguía en los juzgados el goteo de demandas de desahucios entre arrendadores que dejaban arruinar las viviendas por su escasa rentabilidad frente a lo precario de las rentas y el valor cada vez más alto de los solares y las demandas para arreglarlos de inquilinos de edad muy avanzada, a veces casi tanta como la de los inmuebles, que se resistían a abandonarlos. Los desalojos por orden judicial generaron no pocas páginas de las de derramar lágrimas en los periódicos. Las viviendas de renta antigua se concentran todavía hoy en el casco antiguo de la ciudad, como el de Santa Marina, o en vecindades muy aledañas, como la de San Claudio. En el segundo caso el mercado terminará imponiendo sus propias tarifas al alza y en el primero será la propia edad de los inquilinos la que termine desplazándolos «por ley de vida», según ironizan algunos de los propietarios. Un simple paseo por el casco antiguo de León capital muestra hoy dos estampas o modos de vida muy opuestos: los de los solares reconstruídos con pocas alturas, pero a precio de oro, y las viviendas de tapial semiarruinadas, a cuyas ventanas asoma aún un viejo o una vieja detrás de unos cristales con visillos. Cuestión de tiempo.

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