Diario de León

Agricultores, cazadores y científicos sostienen que los rodenticidas no acabaron con el roedor y sí con otras muchas especies

La Junta usará otra vez veneno contra los topillos, a pesar de su impacto e ineficacia

El nuevo Plan Director de Plagas prevé los mismos tratamientos usados en el 2008 de reproducirse la plaga

León

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tierra de campos | los oteros

El nuevo Plan Director de Plagas de Castilla y León prevé el envenenamiento masivo de los campos si se produjera una invasión de topillos similar a la que asoló Castilla y León entre el 2006 y el 2008, pese a que se ha comprobado que son tratamientos ineficaces y que han tenido un dramático impacto sobre otras especies, según coinciden científicos, agricultores, cazadores y parte de los sindicatos agrarios.

La viceconsejera de Desarrollo Rural, María Jesús Pascual, anunció que este documento «establece lo que hay que hacer para prevenir, vigilar y actuar en caso de crisis». «El uso futuro de venenos -"matizó-" dependerá del nivel en el que estemos, pero si los niveles son los del año 2007 o el 2008 la actuación irá de acuerdo con esa situación». Remarcó que en el hipotético caso de que se detectara una densidad superior a los 200 topillos por hectárea -"es la concentración que se considera plaga-" se utilizará el veneno «en casos puntuales y nunca como algo generalizado». Asimismo subrayó que los tratamientos con rodenticida fueron la opción propuesta por los científicos contratados por la Junta en su momento y, en consecuencia, defendió rotundamente esta actuación cuestionada, sin embargo, desde todos los frentes.

Un reciente informe avalado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) concluye que la plaga de topillos «desapareció de forma natural y no por los tratamientos» de veneno utilizados por la Junta. El equipo de investigación, en el que participan varios catedráticos de Castilla y León, subraya que, además, los venenos aplicados afectaron a otras especies y que su impacto sobre la biodiversidad, aunque sin evaluar en produndidad, fue importante.

Para el control de la plaga de topillos, la Junta llevó a cabo tres campañas de envenenamiento con dos rodenticidas distintos, clorofacinona en las dos primeras y bromadiolona en la tercera. A través de la captura de mamíferos mediante un sistema de trampeo especializado, los investigadores pudieron constatar que la desaparición de los topillos ocurrió de manera simultánea, tanto en las zonas tratadas con veneno como en las que no. «La aplicación de rodenticida fue innecesaria por algo que ya se sabe desde hace décadas en otros países: el veneno no acaba con la plaga, sino que ésta se colapsa de forma natural».

Tarde, mal y sin indemnización

Todos los sindicatos agrarios de la provincia coinciden en que la actuación de la Junta contra la plaga de topillos «llegó tarde», pero Asaja es el único que defiende los efectos de los envenenamientos: «Tomaron las riendas tarde, pero las campañas de erradicación fueron efectivas», manifestó José Antonio Turrado. «La Junta no hizo caso cuando empezó la plaga, y ésa fue la pena, que no pusieron remedio a tiempo. Pero los topillos, igual que vinieron se fueron», opinó Matías Llorente, responsable del sindicato Ugal, mientras que Juan Antonio Rodríguez, de Coag, recalcó que «hubo pérdidas considerables por las que muchos no recibieron indemnización».

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