Nicolás miñambres | CAtedrático de literatura
«El paisaje es la mirada, en último extremo, el paisaje es el hombre»
Una especie de «aperitivo» o «adelanto» a los conceptos, nombres y lugares que irían apareciendo en las tres intensas jornadas de las que consta el congreso: Nicolás Miñambres, catedrático de Literatura, crítico de Filandón y uno de los coordinadores del ciclo junto a Alfonso García y José Enrique Martínez, sobrevoló el paisaje leonés con ayuda de una larga retahíla de textos que fueron ejemplificando, una a una, algunas de las creaciones más señeras de la literatura leonesa. Del Bierzo a Campos, de la Montaña a la Cabrera, Miñambres mostró retazos de novelas y de poemas, en un viaje cronológico que comenzó con la monja berciana Egeria (quien en el año 380 emprendió un increíble viaje a Jerusalén, que puso por escrito) y que culminó con los más nuevos y sorprendentes creadores literarios leoneses, como Ana Conejo, Pablo Andrés Escapa o Raquel Lanseros.
Entre medias, la poesía bucólica de Jorge de Montemayor; la novela caballeresca del Passo Honroso , donde comienza a aparecer el sentido documental; la explicación mítica, imperial, de la ciudad de León que hace Pedro de La Vezilla; el encuentro con el otro, con el indio y su lengua, que registra Bernardino de Sahagún; lo barroco y algo más, presente en La Pícara Justina ; el Padre Isla, con luminosos textos que casi podrían pasar por realistas, o del 98; el raro Rodrigo de Peñadura, el Quijote leonés ; Enrique Gil y Carrasco y la primera vez que asoma el sentimiento que da forma al paisaje; las desconocidas novelas modernistas de Antonio Estévez; Valle Inclán y su «paseo leonés» en La lámpara maravillosa ; Vendimiario , de Menas Alonso y sus detalles futuristas; los ecos machadianos de Leopoldo Panero; la sorpresa de Espadaña , con Crémer a la cabeza, y la altura contemporánea de Luis Mateo Díez, José María Merino, Jesús Torbado, Antonio Colinas, Julio Llamazares y Juan Carlos Mestre.