La ordinaria es la película

El cómic de partida es realmente extraordinario por la portentosa imaginación de sus autores, Alan Moore y Kevin O'Neil. Pero una cosa son las maravillas sobre el papel y otra muy distinta plasmarlas con el mismo acierto sobre el celuloide, que ahí el tema sí que convierte en un auténtico desafío. Stephen Norrington dispuso de lo necesario para hacer una película de las que cunden: unos personajes jugosos y un presupuesto generoso. Después vienen dos aspectos importantes, quizá más que los anteriores: conseguir el guión que estructure la histoira correctamente y mostrar el talento necesario para filmarlo sin que el espectador monte en cólera. La liga de los hombres extraordinarios tiene todo de eso, sea mucho o sea poco. Su excelente acogida en la taquilla española no debe llevar a engaño. Se trata de un producto de buena factura, saturado de efectos visuales y con atractivo suficiente para enganchar (y satisfacer) al público más joven, que es a fin de cuentas quien pasa por caja. Su problema está en arrancar con una pinta asombrosa para abanonarse hacia la mitad por el camino más fácil al no haber un buen guión que lo sostenga. Pese a algunos quiebros finales, e incluso pese al recurso de enturbiar la trama provocando divisiones en los intereses de los diferentes personajes (Allan Quatermain, El Hombre Invisible, el Capitán Nemo, Mina, Dorian Gray, Jekyll y Hyde...) el resultado es un ruidoso carrusel, que ni siquiera la presencia del siempre resultón Sean Connery logra alejar de su condición de acompañante idóneo para un tanque de palomitas.