¡Ra-ta-ta-tá... chim-pum!

A fecha de hoy, millón y medio de espectadores habrán visto ya Dos policías rebeldes II en las pantallas españolas (con la barbaridad de ¡407 copias!), con premeditación y muy a gusto, aún a sabiendas de que la crítica destrozaría la película. A cambio, varios millones la habrán rechazado por considerarla digna representante del cine más abominable de Hollywood, ese que en nombre del espectáculo satura las salas con agotadores tiroteos y un buen recital de coches destrozados en persecuciones de las que cualquier mortal se quedaría frito, aunque no así Lowrey y Burnett, los peculiares agentes empeñados en cazar al narco de nombre Héctor Juan Carlos Johnny Tapia, naturalmente cubano y que cada cual piense lo mal que desee... Asumidos los reparos, vayamos con lo que hay. El regreso de la pareja formada por Will Smith y Martin Lawrence lleva el sello del productor Jerry Bruckheimer, señor que entiende el cine como taquicardia permanente destinada a que el espectador se despoje de sus excedentes de adrenalina. Mira tú por donde tiene efectos terapéuticos... Objetivo cumplido porque da lo que se espera, sobre todo para su posterior recurso casero, que es otro suculento negocio. A la empresa se suma Michael Bay, un director dotado para el ritmo electrizante y montaje vertiginoso, rodaje con varias cámaras, diálogo mínimo, simpleza en el trazo de los personajes, y la sospecha de su incapacidad para filmar un guión que supere las cien páginas. Dos policías rebeldes: Director: Michael Bay. Intérpretes: Martin Lawrence, Will Smith, Jordi Mollá. 146 minutos.