Para rizar el rizo

Las películas de timadores son un género bien definido, y suelen seguir el mismo patrón: jugar al despiste con el espectador para acabar con una traca final en la que se demuestra que nada es lo que parecía. Partiendo de que nosotros somos los primeros en saber que nos van a engañar, el reto de cada nuevo ejemplo consiste en ofrecer algo nuevo y, al mismo tiempo, no liar la madeja argumental hasta el punto de hacernos perder la paciencia. En este sentido, Incautos sólo acierta a medias. Al principio nos dejamos embaucar de buena gana, la trama promete y el enredo es brillante. Por el contrario, los últimos minutos se convierten en una sucesión de piruetas de guión, que saturan. Sin embargo, esta pequeña decepción final no desdibuja el buen sabor de boca que deja la nueva película de Miguel Bardem, cuya carrera se consolida al margen del tándem Albacete-Menkes. A la vista de sus dotes para narrar con agilidad una historia especialmente enrevesada se demuestra que el talento de esta familia es congénito. Otro que parece haber heredado de su padre algo más que el apellido es Ernesto Alterio, que a este paso se está convirtiendo en uno de los actores más interesantes del país. Su mirada se ajusta como un guante al personaje que aquí interpreta, un timador ambicioso dispuesto a superar a sus maestros sin renunciar a una ética particular. Junto a Alterio, dos de los pesos pesados de nuestro cine: Federico Luppi y Victoria Abril. Cualquier oportunidad es buena para disfrutar de su presencia, porque estos dos profesionales nunca bajan el listón. INCAUTOS: España, 2004. Dir: Miguel Bardem. Int: Ernesto Alterio, Victoria Abril, Federico Luppi. 110 min.