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Entre el bel canto y el gorgorito

Un momento de la zarzuela «Doña Francisquita» en el Auditorio

Un momento de la zarzuela «Doña Francisquita» en el Auditorio

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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No cabe duda de que una zarzuela como Doña Francisquita suele llamar mucho más la atención que una Leyenda del beso, siendo ésta, desde el punto de vista musical y artístico, mucho mejor obra que la primera, pese a que quitando el aria de los gorgoritos de el Ruiseñor y la archicantada Por el humo se sabe..., el resto es un tostón argumental de primer orden, ñoño, trasnochado y demodé, aunque musicalmente excelente. La Compañía Lírica Española de Antonio Amengual, nos sirvió una magnífica representación tanto desde el punto de vista escénico, como vocal, musical e interpretativo. Con unos hermosos decorados, unos coros de exquisita afinación y empaste, una orquesta soberbiamente conducida por el maestro Pascual Ortega y un ballet y comprimarios de lujo, todo funcionó a la perfección alcanzándose momentos de un nivel canoro, musical y escénico soberbios. A destacar las voces de Cardona, Enrique del Portal, seguro, con un saber estar en escena de quitarse el sombrero y un gracejo natural envidiable que permitió al envarado tenor, Ricardo Muñiz, lucir su bonita pero destimbrada voz, con engolamientos que afearon enormemente su discurso así como feas nasalidades que yugularon la emisión y descolocaron la línea de canto. Aunque posee un hermoso color, la zona de paso se resiente enormemente y la voz se desafina en algunos momentos. Su encarnación de Fernando fue correcta, aunque se le hubiera pedido un poco más de desenvoltura en escena. Entró retrasado en la famosa romanza Por el humo.. pero bordó los dúos con la soprano y el tenor cómico. Doña Francisquita, Margarita Marbán, fue la mejor de la noche. Su voz de lírico ligera la permite encaramarse en las zonas más agudas de su tesitura y hacer los adornos más enloquecedores sin perder el color, la potencia y los matices. Dejó al respetable poco versado clavado en el asiento tras los gorgoritos de su Ruiseñor, en ese dúo con la flauta, una burda imitación del aria de la Locura de la Lucia de Lamermoor,  pero la Marbán lo diseccionó con facilidad  y hermoso fraseo. La Beltrana, con voz de feo color lo compensó por el gracejo, desenvoltura y buen hacer de su intervención. El resto de los secundarios excelentes. Una gran Francisquita.

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