Gran cine americano

No es habitual estos días encontrarse con películas norteamericanas que cuenten tantas cosas y tan bien como la que aquí se reseña. Tampoco es David Cronenberg un realizador común; serio, con más fama a sus espaldas que éxitos, ha sabido crear una obra a ratos fascinante. El canadiense tiene personalidad propia, posee un estilo inconfundible, que se ha desarrollado sobre todo entre los márgenes del cine fantástico, aunque sea cual sea el género que éste adopte, su mirada nunca pierde de vista al hombre y cuanto le rodea. Ahora, de un modo quizá más directo, sobrio y conciso, menos barroco, sirve una conmovedora historia, simple en apariencia, pero llena de vericuetos y meandros por los que perderse, si a uno le apetece reflexionar; eso tiene su cine, que provoca: hay abundancia de ideas, algo que el espectador inteligente siempre agradece. En su mejor trabajo hasta la fecha, Viggo Mortensen incorpora con poderosa convicción a un hombre aparentemente tranquilo, que vive con su mujer (excelente Maria Bello) e hijos en un pequeño pueblo de la profunda Norteamérica. Nada parece perturbar su apacible existencia, hasta que un día irrumpen en su modesto bar dos criminales. En ese momento la violencia a la que alude el título explota de un modo inesperado, convocando a viejos fantasmas (Ed Harris vuelve a lucirse) que parecían definitivamente desterrados de la conciencia del protagonista. En el fondo (quizá más en la forma), los temas que Cronenberg explora son los de su cine de siempre, y uno fundamental, el de la doble identidad: cómo en cada ser humano pueden llegar a convivir dos personalidades distintas, radicalmente opuestas, y de cómo una puede anular a la otra en un doloroso viaje hacia la redención personal. UNA HISTORIA DE VIOLENCIA. Director: David Cronenberg. Intérpretes: Viggo Mortensen, Maria Bello, Ed Harris, William Hurt. Drama. EE.UU. 98 minutos.