Donde la carne es manjar de dioses

Al entrar en el Venecia te encuentras con un animado salón donde se juegan partidas desde primeras horas del mediodía y hasta bien entrada la tarde. Así viene siendo desde hace más de cincuenta años. Pero no, no se ha equivocado, unos pasos más allá se abre un luminoso comedor donde, con el acompañamiento de fotografías de la vieja ciudad ponferradina, se pueden disfrutar las carnes más exquisitas, traídas desde los lugares más remotos del globo para su deleite. Es un auténtico capricho para los amantes de la carne, aquí la sirven limpia, en su punto justo de curación, no olvidemos que para que una carne esté en su punto debe transcurrir más o menos un mes desde que se sacrificó el animal hasta que se sirve en la mesa, carne maravillosamente cocinada y servida con diligencia, profesionalidad y toda clase de explicaciones por Sergio, el hijo de los ‘jefes’, que es un auténtico experto que ha profundizado mucho en el tema.

El Venecia pasó a manos de Esther y Agustín en el año 90. Agustín se había hecho profesional en dos establecimientos emblemáticos de Ponferrada, el Hotel Madrid y el Temple. Pero llegó el momento de independizarse y escogió este local para hacerlo. Hasta hace cinco años era simplemente un bar que ofrecía un buen surtido de raciones, pero desde ese momento se convirtió en un estupendo restaurante, con un gran comedor y una espléndida terraza que es un paraíso en las noches veraniegas.

No podemos ser imparciales a la hora de enjuiciar la carta de este restaurante porque cuando redactamos estas líneas aún estamos abducidos por las virtudes del menú que allí disfrutamos.

Para empezar hicimos el calentamiento con dos ensaladas a cual más sabrosa y fresca, una de sardinas ahumadas y otra de jamón de pato, las dos con deliciosas hojas verdes y pimientos cherry rellenos de queso y de atún.

Preparados ya para el desfile de las carnes, que se muestran al comensal antes de pasar por la plancha, nos enfrentamos en primer lugar con la aguja de una ternera ibérica, que se deshacía en la boca y que era simplemente el prólogo de un menú mucha más contundente.

El solomillo de vaca parda leonesa tuvo ya más sabor, recordando las praderas de nuestra montaña. A su lado sirvieron un solomillo de buey berrenda colorá, traído desde las festivas tierras andaluzas de Cádiz. Aquí la carne roja cobró ya todo su esplendor, sin dejar por ello de ser delicadamente tierna.

Tomamos un buen trago de uno de los tres deliciosos vinos bercianos con el que en el Venecia maridan estos menús y nos dispusimos a viajar a Australia. Porque de allí vino el buey Wagyu, categoría gold, que nos puso en sintonía con una de las mejores carnes del mundo. Pero a su lado había otro manjar, un solomillo de buey Black Angus que, recién llegado de Norte América, se hizo rápidamente amigo de nuestro paladar.

Y finalmente, para volver a nuestra tierra, pudimos apreciar la extraordinaria calidad de un lomo de buey Pastuenco, de los Valles de Esla. Una carne distinta a todas las anteriores pero igualmente sabrosa.

Hasta aquí llegamos y aún tenemos, a pesar de tiempo transcurrido, lleno de sensaciones gratificantes nuestro paladar. Y nos quedaron por probar las novillas argentinas, irlandesas y uruguayas y algunas carnes seleccionadas de cerdo ibérico.

Sergio nos ha contado que entre sus proyectos hay una nueva imagen y un mejor acondicionamiento del local, y tiene previsto incorporar a su carta varias carpaccios de atún, salmón y de diferentes carnes. Será otra experiencia inolvidable.

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Cocina Muy bien

Servicio Muy bien

Decoración Normal

Bodega Muy bien

Puntuación (de 1 a 10) 9.5