Una cocina catedralicia

Es un lujo comer al lado de la Catedral. Es un auténtico lujo poder echar una última mirada a las esbeltas torres catedralicias antes de sumergirse en el mundo de los sabores, los aromas y las texturas de los manjares que ofrece en restaurante Las Termas. Por eso, la oferta gastronómica aquí tiene que ser importante, no puede desmerecer del entorno que lo rodea.

Y para ello este restaurante que acaba de cumplir diez años ofrece unas instalaciones elegantes y acogedoras en su comedor de la primera planta y una bodega espectacular en el sótano, al mejor modo de la tradición del Barrio Húmedo leonés.

Este es el continente para exponer cada día el trabajo de un estupendo cocinero. Si hablamos de su historia, ustedes comprenderán que por fuerza tiene que hacer las cosas bien, muy bien incluso. Fausto Cuesta Salazar es joven pero tiene ya una enorme experiencia. Trabajó y aprendió en el Hotel Quindós, incluso antes de que su restaurante pasara a llamarse Formela. Él acompañó durante diez años el fabuloso Benito en el Faisán Dorado, donde por primera vez en esta vieja capital se mostró en todo su esplendor la calidad y armonía de la cocina mediterránea. Y Fausto trabajó también en El Siglo, antes de que Valderas lo convirtiera en el templo máximo del bacalao.

Con esta extraordinaria historia tras de sí no tiene Fausto, que ha sido el cocinero de Las Termas durante sus dos lustros de existencia, mas remedio que hacer las cosas bien, con imaginación y mucha profesionalidad.

En este restaurante con dos espacios tan distintos caben perfectamente las originalidades de la cocina de autor y la contundencia de la mejor coquinaria tradicional. Explica el artista de los fogones que él quiere hacer una cocina de autor basada en la tradición.

«Hoy en día no se puede trabajar en la restauración sin tener la mirada puesta en la cocina contemporánea, sin estudiar las últimas tendencias. Pero yo no quiero perder las esencias, lo que he aprendido al lado de grandes cocineros leoneses, que estaban a la altura de los mejores de España. Por eso me baso siempre en los productos de la tierra y les trato con todo el cariño. Aunque, naturalmente, también hay que buscar buenos proveedores, sobre todo de pescados y mariscos en la costa, desgraciadamente aquí de eso carecemos. Y con estos mimbres y aportando mi experiencia y mi creatividad hago, creo yo, una variada cocina de autor».

Y, efectivamente, lo hace muy bien. Practiquemos un sucinto recorrido por la carta de este restaurante. Como entrantes destacan su carpaccio de atún y rape a las finas hierbas con jugo de cítricos y lascas de huevo. El timbal de pimientos de Fresno con bocartes en vinagre, queso fresco y picada de sevillanas negras. La escalivada de pimientos y verduras asadas bajo hojas finas de bacalao ahumado, sobre parmentière de cebolla y manzana asada. El revueltillo de patata de la montaña con morcilla Matachana y calabaza o el pulpo a la parrilla con patatitas al vapor y ajada de pimientos de la Vera.

Hay muchos más, porque aquí también se han dado cuenta que a la gente le gusta el picoteo y es justo y necesario tener una larga relación de raciones que hagan el refrigerio divertido y variado.

En los frutos marinos, destacaremos su extraordinario morrillo de atún rojo a la parrilla con brotes tiernos y parmentier de puerro natural. El lomo de bacalao a la parrilla con pimientos y cebolla caramelizada y las delicias de merluza rellenas de berberechos frescos en salsa de cava.

En las carnes nuestras preferencias van por el magret de pato braseado con frambuesas, pasas, frutos secos y reineta, con reducción de vino tinto. Las chuletinas de lechal de Castilla a la plancha con patatas y pimientos fritos y el solomillo de buey relleno de foie con reducción de oporto y frutos rojos, deliciosamente contundente.

Tienen además una interesante carta de arroces y un menú diario que cuesta 14,30 y los fines de semana 17,60 euros.

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Cocina Muy bien

Servicio Bien

Decoración Notable

Bodega Bien

Puntuación (de 1 a 10) 9,5