Diario de León

El último milagro

Murió la madrugada del 28 al 29 de marzo de 1929, que aquel año cayó en Viernes Santo, atropellado por el primer camión de la basura que hubo en la ciudad mientras meaba (y más) en el tercer cubo de la muralla romana. Ochenta y ocho años después, ha resucitado. Como a él le habría gustado: dentro de una botella de orujo. Dicen que era el único líquido que bebía y que era mítica su aversión por el agua, por dentro y por fuera. En vísperas de su Entierro, la gran celebración profana de la Semana Santa de León, a Genarín lo han devuelto a la vida dos jóvenes empresarios leoneses. Está listo para beber.

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Cada Jueves Santo, a las doce en punto de la noche, se declaman por las calles de León las rimas en su honor. La más famosa de ellas, la que reza «y siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en su memoria, una copina de orujo». Y lingotazo va. Este año en la conmemoración irreverente y pagana de su muerte, Genarín podrá resucitar. Dos jóvenes empresarios han creado el orujo en su honor, el único Orujo de Genarín que se comercializa en el país. Una producción limitada y artesanal que recupera una vieja tradición leonesa, que fue bandera de la licorería y la gastronomía del Viejo Reino. Se hicieron compañía tradicionalmente los leoneses y la copina de orujo. A ellos les sirvió de alimento, medicina y reconstituyente. De eso, dicen, sabía mucho Genaro Blanco Blanco, el huérfano nacido en los arrabales de Puente Castro y bautizado con los apellidos en honor a la Virgen Blanca, la de la Catedral de León, que llevaban todos los hospicianos.

Él era heredero de una vieja costumbre, la de echar la parva. Se ha hecho históricamente en todas las comarcas de León. Fue costumbre inmemorial en esta tierra de labradores, pastores y mineros. Tomar un vasín de aguardiente de orujo blanco bien pronto por la mañana, acompañado de pan o una pasta, con el que calentar el estómago y preparar el cuerpo y el alma para la dura tarea de extraer de la tierra el alimento diario.

Por la noche, la parva se convertía en ‘sosiega’. La misma copina de orujo pero a la caída de la tarde. Sólo o en compañía de vecinos.

Era una bebida barata, al alcance de muchos, pues en una tierra de larga tradición vitivinícola, los hollejos de la uva que sirven de base al orujo eran abundantes y estaban al alcance de la mano. Tal vez por eso, y porque era difícil resistirse a los elixires de la felicidad en épocas tan duras, no había pueblo que no escondiera unos cuantos alambiques en sus cuadras, leñeras y tenadas.

Ahora que hace menos frío y la vida es más cómoda, el orujo ha abandonada la parva y la sosiega y se ha transformado en chupito de comidas festivas y brindis de encuentros, celebraciones y negocios. Siguen cayendo aún sobre el café unas gotitas diarias y se bebe en los convites familiares de bodegas, tabernas y cabañas.

Genarín se convierte de nuevo en el mejor embajador del orujo. Toda la producción que lleva su nombre se ha elaborado en León siguiendo técnicas y procedimientos artesanales. Hay cuatro variedades: blanco, de hierbas, café y crema. El blanco se destila del hollejo de Prieto Picudo de DO Tierra de León en alquitaras de cobre como se hacía antaño y es heredero del aguardiente que siempre se preparó y consumió en las casas leonesas. El de hierbas se logra con una cuidada maceración de hierbas silvestres de tomillo, romero y orégano de los montes de esta tierra, tradición en la Montaña, las Riberas y en el Bierzo más orujero. La crema de orujo se conseguido con una cuidad destilación de orujo combinada con la mejor crema de leche que le da toques acaramelados. Y el licor de café es fruto de la maceración del orujo y del grano de café que da origen a una deliciosa variedad con gusto final a canela.

La marca tiene su propia web (www.orujogenarin.com) y ayer se presentó en el filandón celebrado en el Benito, la única tasca que pisó Genarín que sigue en pie en la ciudad.

Quién sabe si a partir de ahora ‘echar una copina’ pasará a decirse ‘echar un Genarín’. Sería el ‘quinto milagro’.

Botellas con el Orujo de Genarín. Toda la producción se ha elaborado en León siguiendo técnicas y procedimientos artesanales. Hay cuatro variedades: blanco, de hierbas, café y crema. La marca Orujo de Genarín tiene su propia web: www.orujogenarin.com

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