Diario de León

León

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Ahora, en una época de uniformidad en la que incluso los edificios se visten con la monotonía de la homogeneidad, no está de más recordar el León en el que los arquitectos craban símbolos con los que perdurar en el tiempo. Es fácil reconocer estas máquinas del tiempo porque todas ellas tienen un denominador común: fueron realizadas para que atrajeran por su belleza, no por su funcionalidad. El valor estético primó sobre cualquier otra circunstancia de uso, y por eso aún hoy son parte del patrimonio más apreciado por los leoneses. Manuel de Cárdenas, por ejemplo, importó un estilo arquitectónico dominado por las mansardas y las cúpulas que cambió para siempre el perfil de la ciudad y que fue seguido por otros creadores leoneses. El ensanche, la gran operación urbanística con la que León dio el salto a la modernidad, llenó la ciudad de cúpulas. Manuel de Cárdenas cambió con ellas la faz de la ciudad en la primera mitad del siglo XX con algunos de los edificios más representativos y emblemáticos. Como ejemplos, hay que citar el chalet de Fierro, la Casa Goyo de la plaza de Santo Domingo, la Casa Lubén, el edificio Pallarés, el antiguo Banco de España, el palacio neomudéjar de la calle Alcázar de Toledo, el edificio de Correos de la plaza de Regla, el Teatro Alfageme, el Cine Mari, varias casas burguesas en la Calle Ancha y Padre Isla, así como palacetes en esta última calle, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad en la calle Dámaso Merino... Pues bien, Manuel de Cárdenas fue el primero en utilizar el sistema de cúpulas en los edificios de León y éstas, junto a las mansardas francesas, se han convertido en una de las señas de identidad. Ejemplo de esta arquitectura afrancesada son la Casa Ciriaco, la Casa Lubén o la Casa Roldán.

También en el caso de los portales, todo ha ido cambiando. Un vistazo a cualquier calle de la ciudad, permite comprobar que todas las entradas a las ‘fincas’ de vecinos son semejantes, prácticamente iguales, como si la igualdad tuviera que medirse en el escenario que cada leonés tiene que recorrer antes de atravesar el dintel de su propia casa. Todo muy democrático, aburrido y ramplón, puede que como la propia sociedad. Por contra, el ya citado Manuel de Cárdenas concebía la arquitectura como un ejercicio artístico en el que resultaba fundamental «copiar del natural». Todos tenemos en la memoria multitud de elementos decorativos de estos edificios clásicos que permanecen en algunos de los grandes portales con los qe la burguesía leonesa trataba de diferenciarse de sus convecinos a principios de siglo. Todos ellos se construyeron en el Ensanche de la ciudad, y en la actualidad están repartidos entre la Calle Ancha, Ordoño II, Guzmán y Gran Vía de San Marcos. Hubo más, pero la llegada de las disposiciones de agua, calefacción y luz hizo que muchos de ellos se derribaran derrocando de esta manera el lujo y la distinción de principios de siglo pasado.

Una de las razones por las que se hicieron portales ornamentados fue el despegue del gran comercio. Los leoneses comenzaron a caminar por la ciudad por el disfrute de hacerlo y los nuevos comercios que traían hasta la ciudad antiguedades, menaje del hogar o ropa se acompañaban de estas entradas señoriales. Esta conexión entre el comercio y las nuevas viviendas se explica a través de la Casa Roldán, cuyo portal fue dispuesto por el arquitecto en la parte trasera de la calle con el fin de que los locales comerciales dieran a Santo Domingo. Este planteamiento sigue siendo a día de hoy una de las señas de identidad de la que en su día fue la Plaza de la Libertad.

Primera impresión

Y es que Manuel Cárdenas sabía que para la burguesía de la época los portales eran la primera impresión que ofrecían al visitante, con lo que daban consignas claras acerca de las características de estas ‘puertas’, puertas que la mayoría de leoneses no atravesaban. «Todo lo que se construyó hasta la guerra civil tenía mucho caché. Luego, las cosas fueron decayendo. También hay diferencia entre los portales que se idearon a finales del siglo XIX, que eran mucho más elementales», asegura Juan Carlos Ponga, uno de los expertos que más ha analizado el patrimonio de la provincia. Algunos de los portales más emblemáticos de la ciudad son el citado de la Casa Roldán, el que abre las puertas de la conocida como la Casa del Coño, el gran vestíbulo de Ceremonias, el número 2 de la Calle Ancha o, uno de los más desconocidos —ahora en obras— también en Ordoño cuya puerta de entrada tiene la estética del art decó parisino: la Casa Lorenzana, que en breve podrá ser admirada por todos los leoneses.

 

 

 

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