La vida en llanura del Páramo
Regueras de Arriba y Regueras de Abajo confluyen en una misma filosofía de vida y en un mismo marco que les confiere la posibilidad de compartir valores pese a ser dos poblaciones diferenciadas. Todo en la confluencia del Páramo como factor unificador en los dos casos

De los municipios del Páramo, puede que uno de los más singulares y de encanto más recóndito sea Regueras de Arriba. Porque tiene un algo especial, porque dispone de un sello que no hay en otras zonas. Porque encierra la condición que lo convierte en un espacio sin igual.
Hay Regueras de Arriba y Regueras de Abajo. Son puntos diferentes pero con nexos de unión comunes. El campo marca la forma de vida de la comarca y cuando no toca sembrar maíz, es la época de recolectar la remolacha. Si no, es momento de andar a las alubias y el trigo es el común denominador que marca la forma de actuar. El campo, siempre el campo. Y que no falte.
Símbolo de la arquitectura que es exponente común en el campo, la tradición marca el urbanismo gracias a las calles amplias y anchas que denominan de común la forma de obrar a la hora de desarrollar el trazado de sus viales. Dominan las casas de dos plantas que tienen una línea de fachada similar, espacios abiertos para el ocio, plazas y rinconadas de las que marcan la zona de acción de la construcción.
Pero cada una de las dos localidades cuenta con un patrimonio personalizado y especialmente rico que ni los vecinos de los enclaves conocen muchas veces y que se convierten en foco de admiración para quienes llegan desde fuera de la comarca... Para exponente, las iglesias que tienen cada una su cruz... y su cara. Las torres de espadaña marcan la forma de hacer en cuanto a diseño se refiere y tienen espadañas diferentes en las torres, ejemplo de una forma de construir cuando la religión está de fondo. Es norma común en casi toda la comarca, a tenor de las experiencias que se suceden y se acumulan en toda la zona y en todos los tiempos. Es cuestión bien sabida.
Fue necesario levantar de nuevo la parroquia en Regueras de Arriba, circunstancias que se aprovechó para dedicar el templo a San Salvador a partir de los años 70 aproximadamente, pese a que la iconografía tiene su pieza estelar en una talla de la Piedad que data del siglo XVII. En cambio, a San Miguel Arcángel se le honra en Regueras de Abajo con una talla de la Virgen del Rosario como pieza central de su patrimonio, en vista de lo sucedido y de lo deparado a efectos de posesiones artísticas.
Tiene «su historia» la historia de Regueras. En tiempos de la Edad de Hierro se constató la existencia de un asentamiento que dejó su peso y su poso en la zona. También está constatada la existencia de restos celtibéricos, con un castro de proporciones notables.
Fue en tiempo de las centurias del XI y XII cuando comenzó la repoblación del valle del Órbigo a partir del Foro de León, gracias al que tuvo vida. Hasta la denominación ha cambiado. Por aquel entonces, se llama Villa de las Regueras y tomaba su nombre del cauce de agua que recorría sus campos y que fue construido en la época de los mozárabes. y que construyeron los mozárabes. Porque lo que la tierra ha dado, a la tierra vuelve.
La población siempre fue en Regueras especialmente tenaz y reivindicativa y exigía el derecho democrático a elegir a sus representantes. Lo sufrieron los señores de Hinojo y también los marqueses de Astorga.
Hay un común denominador a la hora de visitar los pueblos que jalonan la geografía leonesa. No hay sensación como la de caminar por sus calles y distinguir que dentro de un aire común de igual denominador, cada una tiene su propio sello. Y el encanto que las caracteriza. Poder hablar con los lugareños, saber de su vida, de sus ambientes, de sus particularidades...
Es el resultado de los sacrificios de la vida, y de un trabajo sacrificado que tiene su parte de constancia sus momentos de satisfacciones y las alegrías de los buenos momentos y la entereza de saber llevar los malos, porque en eso consiste el vivir en la comarca del Páramo, en hacerse a la idea de que somos lo que vivimos y hacemos lo que elegimos, independientemente de las condiciones del momento.
Es solo que en zonas agrestes y rurales como esta, se puede hacer un planteamiento del día a día sin los riesgos de la modernidad y del sistema de la ciudad, que a veces mata lo rural. Porque en la ciudad no es posible atender a la caza menor de liebres, perdices o codornices ni a la pesca en el río Órbigo.
Esas cuestiones quedan para otras localizaciones. Y para otros ambientes donde la vida se vive de otra manera. Donde las cosas no son como parecen, sino como deben de ser.
Y ahí están tradiciones como Las Águedas. La festividad en honor a Santa Águeda es una cita ineludible en el calendario local. En Regueras de Arriba, la festividad sigue siendo un símbolo del empoderamiento femenino y de la cohesión comunitaria, donde cada actividad se realiza con el objetivo de honrar la historia y fortalecer los vínculos entre los vecinos. Como ha sido siempre.