EDITORIAL | La miel de mejor calidad merece mayor atención

La miel de León es la de mayor calidad del mundo, como se ha constatado en el Concurso Internacional de Mieles, al que han acudido un centenar de productores de diez países distintos. La cata de los expertos no sólo ha dejado a dos apicultores bercianos como ganadores, sino que ha demostrado que el producto leonés, de distinto tipo, debe de estar entre los más cotizados en el mercado internacional. Por su calidad, pero también por el cuidado y la trazabilidad en los que se esfuerzan los productores. Cualidades cada vez más apreciadas por los consumidores, que huyen de las mezclas con las que algunas comercializadoras persiguen mayor rentabilidad a costa de menor calidad.  

A pesar del enorme potencial de este sector, que cuenta con un importante colectivo de profesionales, las dificultades por las que atraviesa en los últimos años ponen en peligro su supervivencia. La recolección de este año deja a los apicultores apenas una cuarta parte del volumen de miel habitual, y la mortalidad de las colmenas (que se acerca a la mitad de las instaladas) parece un mal que no encuentra solución.  

La investigación para determinar cuáles son las vulnerabilidades de las abejas y cómo proteger y tratar las colmenas sin alterar el producto es urgente. Es cierto que la actividad apícola es delicada, y que son muchos los frentes que en la actualidad amenazan a las abejas, desde los insecticidas y pesticidas a las especies invasoras. Pero si no se buscan remedios inmediatos la provincia puede dejar escapar uno de sus productos de momento más humildes, pero también con mayor potencial. La implicación institucional sería decisiva para avanzar en este sentido.