EDITORIAL | La ilusión fermentó en un brillante proyecto

Hace casi 30 años que Gordoncillo comenzó a pergeñar un proyecto con enorme ilusión, macerado con el apoyo de los vecinos y la apuesta decidida de su alcalde. Las viñas que tanto habían dado a la comarca estaban prácticamente abandonadas, y la idea que acariciaron aquellos pioneros pasaba por racionalizar las explotaciones, a través de la siempre necesaria concentración parcelaria; y por sumar terruños y posesiones en un sueño común.  

Así nació hace un cuarto de siglo Gordonzello, con la ambición de hacer «el mejor vino del mundo» con su Prieto Picudo. El esfuerzo y la apuesta por la profesionalización han cuajado en una brillante realidad empresarial, ejemplo para muchas otras comarcas. Identificar los potenciales, por más estudios que hagan las administraciones, no se suficiente si los proyectos no cuentan con el apoyo y el entusiasmo de los vecinos. Así se lucha contra la España vacía. Con iniciativas bien planteadas e ilusión colectiva, sí se puede.