Editorial | Nuevo abuso de los bancos que ataca a los más vulnerables

Las entidades bancarias han buscado nuevas fórmulas para mantener su nivel de rentabilidad. Y han apostado por fórmulas como las llamadas tarjetas ‘revolving’, a las que la Justicia califica en su mayor parte de usureras. Resulta llamativo y clarificador que la condena se base en una ley de 1908. Evidencia que el problema de quienes se aprovechan de la debilidad de otros no es precisamente nuevo. La sociedad ha creado herramientas para defenderse y para proteger a los más vulnerables. La premura para conseguir dinero anima a contratar unos productos bancarios basados en intereses que incluso superan el 100% con el paso del tiempo y que son colocados a personas que ni tienen los conocimientos suficientes para entender lo que firman ni poseen ahora medios para recurrir a pesar de que la ley está de su parte.

De nuevo llega, y ya como sentencia que establece jurisprudencia, un varapalo a las entidades financieras. Y parece razonable que se exija al Banco de España y al Estado la búsqueda de fórmulas legales más eficaces para atajar todo este fenómeno en una fase de prevención. Cuando se detecta la puesta en marcha de trampas que vulneran las mínimas garantías para los clientes no llegan con las recomendaciones, los dictámenes o las sanciones leves. Hay que armar un aparato legislativo que favorezca agilidad y contundencia porque el sistema está obligado a proteger a los ciudadanos y especialmente a los que están más expuestos a ser víctimas de abusos. Y ahora hay que animar y facilitar las reclamaciones. Si la ley y la razón están de su parte el Estado tiene que ayudarles.

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