Editorial | Reto tecnológico a las universidades

El escenario en el que nos ha sumido el coronavirus no se solventará de un día para otro. Nadie puede aventurar calendarios a estas alturas porque el éxito alcanzado con el confinamiento está siendo muy notable para contener esta pandemia aunque, eso sí, caben todas las críticas constructivas si se tiene en cuenta los distintos modelos empleados por los países para las distintas circunstancias con las que combaten la propagación. Pero sí es previsible que será necesario un retorno paulatino hacia la normalidad. Habrá que evitar las concentraciones innecesarias de personas, y eso afecta muy directamente a las universidades, que incluso añaden al riesgo del dinamismo de sus alumnos un gran volumen de movilidad de personas entre distintos territorios.

La suspensión definitva de la actividad presencial en este curso es una medida necesaria que debe interpretarse como un reto. La universidad está llamada a ser un foro que lidere a la sociedad, y ahora afronta un desafío complicado para reinventarse con el uso de las nuevas tecnologías. La tarea será ardua y necesita del compromiso de todos. En algunas materias será singularmente complicado. Pero ocurre como en todas las crisis, hay la opción del lamento o la posibilidad de aprovechar para crear y avanzar.