Diario de León

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Le llaman la isla de los muertos, porque allí entierran a los vagabundos de Nueva York. Pertenece al distrito del Bronx, al norte de una ciudad convertida en ‘la capital del mundo del Covid’ estos días, según titulaba una revista editada en la gran urbe de los rascacielos, con una fantasmagórica fotografía de Times Square vacía en la portada.

Tiene un kilómetro y medio de largo y apenas cuatrocientos metros de anchura, y desde hace más de un siglo sepultan en fosas comunes, en tumbas sin nombre, a los sin techo que fallecen en Nueva York, a los difuntos que no reclama nadie, a los bebés que mueren en el parto, o durante la gestación, y no tienen padre conocido, ni madre con recursos para hacerse cargo del entierro.

Es la isla de Hart, forma parte del archipiélago Pelham, y antes de ser exclusivamente un cementerio gestionado por la administración penitenciaria albergó un hospital psiquiátrico, un sanatorio y un reformatorio. En eso se parece a otro lugar de Nueva York de pasado inquietante como es la isla Roosevelt, aguas abajo del East River, que sirve de pilar al puente de Queensboro y cuando se llamaba isla Blackwell recibió las visitas de Charles Dickens y de la pionera del periodismo Nellie Bly, que se hizo pasar por enferma mental para denunciar las condiciones precarias de los internos del manicomio.

Todos los edificios de la isla de Hart están hoy en ruinas, lo que acrecienta su aire decadente, y es necesario un permiso especial para acceder en ferry desde un solitario muelle en el Bronx. Entrar allí es igual que cruzar la valla de una prisión. Porque son convictos de la cárcel de máxima seguridad de la isla Rikers, otro lugar de ecos siniestros en el centro del East River, los que entierran a los difuntos.

En apenas medio kilómetro cuadrado se acumulan un millón de muertos. Y ahora todos esos vagabundos, todos esos bebés sin nombre, compartirán espacio con las víctimas de la pandemia sin reclamar. Enfermos de coronavirus que han muerto solos y a los que tampoco llora nadie.

Antes de esta crisis, había planes para convertir la isla de Hart en un parque. Cuando todo esto pase debería albergar además un memorial que recuerde a todos los fallecidos por Covid en el mundo. Será la mejor forma de recordar que tienen nombre quienes hoy son un número.

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