Luto nacional sin más dilaciones

Recientemente se ha conmemorado en España el 2 de mayo, una jornada que recuerda la distancia entre un pueblo que combatía con lo que tenía a mano frente al temible invasor francés, y unos dirigentes que debatían desde sus salones si se debía hacer algo, y cómo y cuándo. Ayer se escenificó de algún modo esto de nuevo, con un Pleno en el Congreso de los Diputados marcado por el tacticismo político de todos, frente a una ciudadanía confinada y buscando fórmulas para mantener sus empleos o negocios. El mejor ejemplo de ese distanciamiento que tanto daño ocasiona, en forma de descrédito de las instituciones y los partidos, es lo ocurrido en torno al duelo por los muertos en esta pandemia. Diferentes iniciativas, como la puesta en marcha por el Diario de León, buscan homenajear a esas personas que pierden la vida cada día. Y el Gobierno, mientras, se ha resistido a declarar un luto nacional, e incluso en las instituciones, se han podido ver durante estos casi dos meses unas banderas a media asta y otras no. Ha tenido que llegar la necesidad perentoria de apoyos en el Parlamento para aceptar la declaración de ese luto, que no se decretó en su momento, por el afán por encubrir que cada día mueren un buen número de compatriotas.