Diario de León

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Una columna sobre el dolor no ha de ser necesariamente triste, y esta no lo será. Esther Bajo presentó ayer su poemario Duelo (Multiverso), en el Café Bellas Artes. No preguntéis de qué trata, la poesía no tiene argumento sino verdad. Y la suya es acerca del fallecimiento en plena juventud de su marido, el periodista José Luis Estrada. «No sé si lloro o lluevo», proclama en un verso. Duelo por el amado: marido y padre (Hiral y Rayani). Duelo por todo, salvo por el amor mismo. No es cierto que escribir un libro sobre quien amas sea más fácil. Tampoco lo es que el tiempo lo cura todo, pues no todo necesita ser curado, aunque sangre. Ni siquiera resulta más sencillo escribir una columna acerca de una amiga; al contrario, no puedes echar mano de viejas recetas, solo vale con corazón. Ramiro Pinto, organizador del acto, me ha pedido que hable por sorpresa. Lo haré, lo hice. Pasan los años y la figura profesional y humana de Estrada sigue creciendo. Ya era alto, ahora además es gigante. Esther, periodista también ella excepcional, pionera en visiones críticas que hoy están plenamente aceptadas en las redacciones, pero no siempre lo estuvieron, fue golpeada por la tragedia. Y años después, misteriosa paradoja poética, en el paisaje mítico de una isla griega ha escrito este bello libro. El duelo no tiene color, pues no es luto; ni siquiera, toque de silencio. «Tú y yo éramos dos y más», escribe en otro verso. Y este juglar puede dar fe, pues hemos compartido mucho camino, antes, durante y después. «Todo parece encajar, menos lo que importa», proclama. En fin, ¿qué más puedo contarles, salvo que lean el libro? La amistad no te hace subjetivo, te da erudición en quienes quieres.

Han fallecido en plena juventud o madurez muchos amigos y amigas periodistas, ojalá sus seres queridos hayan encontrado paz en el duelo. «Entre todos, vivos y muertos/ yo te elijo, / te vuelvo a elegir», escribe.

Sin embargo, no se haga el lector una idea equivocada. Esther nunca ha dejado de reír en su duelo, porque el dolor es compatible con muchas emociones, incluso con aquellas que parecen contrarias al mismo… al menos, para quienes nunca han sido golpeados. Qué risa tan franca y poética la de mi querida amiga.

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