Diario de León

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Por más que el presidente de la Junta haya estado jugando al despiste, la posibilidad de un adelanto electoral en Castilla y León llevaba meses flotando en el ambiente. Tantos como desde que Mañueco desautorizó la reforma de la atención primaria impulsada por la consejería de Sanidad, que era tanto como desautorizar a un tiempo a la consejera, Verónica Casado, y a su mentor, el vicepresidente único Francisco Igea.

El presidente mataba varios pájaros de un mismo tiro. Se deshacía de un incómodo socio minoritario que en determinados momentos se ha permitido cuestionar su autoridad. Y ello sin ningún coste en las urnas, una vez que Ciudadanos es un partido desahuciado precisamente a causa de la fagocitación de su electorado por parte del PP. Todo ello estimulado por unos sondeos que conceden a los populares una mayoría, si no absoluta, más que suficiente para seguir gobernando sin tan molesta compañía.

El adelanto electoral era de una lógica partidista aplastante, máxime cuando también favorece la estrategia seguida desde la calle Génova. Tan solo era cuestión de encontrar el momento oportuno para vestir el muñeco de forma que el ciudadano encontrara justificada una decisión de tanta trascendencia. Argumento suficiente podía haber sido el rechazo por el pleno de las Cortes de los Presupuestos de la Comunidad para 2020. O llegados a las proximidades del 10 de marzo, la amenaza de una segunda moción de censura socialista.

Pero Mañueco no se ha parado en barras y ha precipitado su decisión sin disponer de ningún argumento de peso. Y no solo eso, eligiendo el peor momento posible, en medio de una sexta ola de la pandemia que, todavía sin alcanzar su pico, ha sumado durante el fin de semana 5.655 nuevos contagios y 18 fallecimientos en los hospitales. Con las urgencias y la atención primaria colapsadas, y las ucis camino de su saturación, no era el momento ni de activar el botón electoral ni de relevar a la consejera de Sanidad.

Para mayor inri, se disuelven las Cortes y con ella decaen los Presupuestos de la Comunidad para 2022, esos que la Junta nos había vendido como herramienta fundamental para el crecimiento y la recuperación económica. Cuestión nada baladí que tampoco ha frenado la pulsión electoral.

El presidente de la Junta estaba en su perfecto derecho de adelantar las elecciones. Pero lo ha ejercido sin suficiente justificación y en el momento menos indicado, lo que da pie a interpretar que ha antepuesto el rédito partidista al interés general de esta desdichada comunidad autónoma.

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