Diario de León

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Metió baza Otavito en la charleta sobre objetos religiosos y reliquias y nos endilgó por enésima vez la curiosa historia de Antonio Rivera, uno de Villamañán que dicen fue capitán, cautivo en Argel en 1522, encomendado a la Virgen del Camino y obrando la que tiempo después sería patrona de León el portentoso milagro de traerle por los aires hasta el interior del mismísimo santuario sin siquiera abrir sus puertas, y dentro del arcón donde tras cada jornada de trabajos penosos le hacían dormir todas las noches atado con férreas cadenas y acostándose un moro-morote sobre su tapa cerrada para mayor seguridad (ni el gran Houdini intentaría escapar), moro al que podría considerarse el primer piloto del mundo, anticipándose así en cuatro siglos aquella aviación religiosa a la aviación civil y a la militar. Y por lo mismo -ahí citó Otavito la tesis de Manolo Durruti- cabe entender que nuestro villamañanés sería el primer cosmonauta de la historia al haber hecho en una cápsula cerrada tan larga travesía aérea, nada menos que 1.068,69 kms, justo los que hay en línea recta entre Argel y este santuario, papel precursor que la ciencia aeronáutica no ha querido reconocer en los dos protagonistas de esta hazaña celestial... «¡será hasta ahora! -advirtió el baranda leonesí de la Exaltación Histórica-, porque denunciaremos este expolio ante la Unesco», aunque peritos de Roma advierten que en realidad fue la Virgen del Camino quien pilotó esa nave, aunque hicieran después patrona de Aviación la Virgen de Loreto no se sabe por qué.

Pero lo que intriga a Otavito de este arcón que hoy muestra sus rotos en la sala de ofrendas y exvotos del santuario es que le atribuyeran además poder curativo a su madera; y recuerda oír en en los pueblos del Torío que se pedía al que fuera a ese santuario traer astillitas de ese arcón, aún a la vista de todos en un lateral del templo, remedio infalible para los dolores de muelas y mágico mondadientes, confirmándose de nuevo que a más pueril o ridícula una patraña piadosa, más creídos cría. Y que así iba este mundo. Y va.

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