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Han metido mano a la Obra, el Opus dejó el día 4 de ser prelatura mitrada y se le acabó ir por libre. Ahora depende de Roma, del dicasterio del Clero. El papa Francisco lo tuvo claro como buen jesuíta (orden cuyo general fue considerado tanto tiempo el Papa Negro, auténtica autoridad a la sombra) y, por tanto, escocido o celoso del ostentoso sorpaso que hace 40 años les dio el Opus que inventó Escrivá de Balaguer tras unos ejercicios espirituales en 1928. La fulminante carta apostólica de Francisco, motu proprio , Ad charisma tuendum ( para tutelar el carisma ), confirmó lo rumoreado hace tiempo y urgidos ante la escandalosa denuncia de 43 mujeres por instrucción y explotación como sirvientas sin remuneración alguna durante décadas (el Opus tenía centros, incluso en León, para formar al servicio doméstico que reclamaban sus clases altas, criadas serviciales y piadosas).

En 1981 el papa Wojtyla procesó a la Compañía de Jesús y destituyó a Arrupe a la vez que elevó al Opus a la primera y única prelatura de la Iglesia (algo como obispado particular) y no se niega la animadversión de alguna jerarquía y clero contra su poder creciente y ultraconservador, tanto en el Vaticano como en el mundo financiero y político, cosa ya vista en España en los últimos años del franquismo con la ascensión al Gobierno de ministros de la Obra, técnócratas se les decía (López Bravo, López Rodó), y con algún gravísimo escándalo como «el caso Matesa», generando muchas antipatías entre falangistas, vieja guardia y en todo clero progre (no tardó nada el obispo nombrado para León en 1971, Larrea Lejarreta, en destituir al consiliario del Opus que obispeaba en su obispado, Ámez era). Comenzó entonces a decaer el poderoso Opus, aunque haciéndose más discretos se sostuvieron bien aquí y en sus 60 países. En todo caso, les fue imposible impedir que amplios sectores sociales lo tacharan de secta. Sin embargo, esta vez la antipatía y la capadora vienen de Roma. Resignación. Aunque nada como sentirse mártires para convertir en semilla la sangre que les hagan.

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