Diario de León

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Qué demonios, ¡dimitan todos!... Si ya lo hizo por pura decencia la presidenta de la Mesa por León, Humildad Rodríguez, háganlo por coherencia el resto de sus componentes reconociendo incompetencia o inoperancia en establecer el diagnóstico y los objetivos que atajen los males que inmovilizan esta realidad leonesa que dijeron iban a estudiar, debatir y arreglar. Y si la Mesa por León nació como un paripé para la foto más que nada, hágase de su muerte otro paripé sepulturero, pero sin fotógrafos ni taquígrafos para permitir a sus integrantes simular alguna dignidad. Una mesa de veintitantas patas era ya de salida toda una incongruencia, si es que no una idiotez luminosa que convirtió esta iniciativa no en una mesa, sino en un ¡a la mesa!, arrimándose ahí instituciones, partidos, sindicatos o entidades, cada cual con su plato, atendiendo a lo suyo y pisándose la mano con el «cucharada y paso atrás». Muy de aquí. 

De Humildad dimisionaria nos consta su tenaz capacidad de trabajo y su desinterés personal en cada lío, comisión, facultad o fundación en las que le han metido, pero sobre todo su radical honestidad política que ya demostró renunciando a concejalías cuando el alcalde Paco Poco quiso hacerle pasar por las horcas caudinas de un negocio municipal que se colaba por la puerta de atrás, la del corral. Suponemos que las razones que han movido a esta última y tajante dimisión han de ser también poderosas, tanto las que pueda confesar como las que que quizá haya de callar porque así es su estilo cívico y político. Pero el paisaje que deja atrás es la decepción; y deja claro también lo inútil de todo esfuerzo colectivo o cooperativo que aquí se aborde. Somos así. Lo que nos lleva a concluir: 1, la Mesa por León sólo funcionará cuando la compongan únicamente foráneos sin negocio, pariente o interés aquí; y 2, la deseada autonomía leonesa con la que ahora flirtean tantos estaría sólo compuesta, analizada y gobernada por las mismas instituciones, partidos, sindicatos y entidades de esa Mesa por León, o sea, sus veintitantas patas. Para aterrarse.

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