Diario de León

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Cuando ya habíamos mandado fuera en las últimas décadas población como para colonizar un continente, al final nos queda incluso talento con el que abordar el asalto de la Agencia Espacial Europea a la Luna y a Marte. Acostumbrados a ocupar los minutos del telediario por los sucesos, los escándalos políticos o el frío, de repente usurpamos tiempo en la escaleta de la actualidad por colar a dos rapaces en la nómina de astronautas. Se apellidan Álvarez y García, sin encadenar abolengos de tres pisos, ni figurar como deudos de ilustres ciudadanos. Provienen de familias salidas de Sabugo y Garueña, tributarios del Omaña, y Vega de Espinareda y Candanedo de Boñar, dentro del desierto demográfico que los señoritos de las grandes capitales identifican como España Vaciada porque apenas tienen señal wifi cuando vienen de casa rural en fin de semana. Estudiaron en la universidad pública, tras pasar por colegios de la ciudad y superar, gracias al esfuerzo de sus notas, la asimetría de una Ebau que prima la mediocridad de otros baremos territoriales. Hicieron carrera como ingeniero aeronáutico y biotecnóloga, en el mismo campus al que se le hurta el derecho a contar con una Facultad de Medicina mientras se incentivan las privadas. Se presentaron a un proceso de selección con otros 22.500 candidatos de toda Europa, más de 1.350 de ellos españoles. Superaron las pruebas de aptitud y actitud para sobrevivir en condiciones extremas. Contra toda probabilidad, entraron en el programa. Son de León. Sí, los dos, aunque se extrañen los cosmopaletos, que acostumbran a cubrir con boinas el agujero de sus prejuicios.

La hazaña de Pablo y Sara muestra la valía de León sin la interferencia de los condicionantes de las administraciones que alteran mapas logísticos, dopan con inversiones públicas a territorios para centralizar el desarrollo e incentivan el éxodo del talento. La dinámica, que nos condena a orbitar alrededor de otros astros, se desafía ahora con la candidatura para que la ciudad acoja la sede de la Agencia Espacial Española, sin que parezca ya un chiste y pese a la desidia de los políticos que se han puesto de perfil, mientras la Universidad abona el capital humano. Pero en ese proceso no puntúan tan sólo los méritos. Lo raro no estriba en que los dos astronautas sean de León. Se antoja más fácil que vayan a la Luna a que puedan vivir en su tierra.

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