Diario de León

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Me niego a citarme en el Hostial (San Marcos apellida y parador es ahora), pues ya de primeras -y de últimas-, su interior reinventado y desfigurado muy en vulgar me arrea guantazos de consideración cada vez que lo veo. Mi masoquismo tiene límites; y aquí los límites se sobrepasaron con tal alegría presupuestaria y pretensiones, que comprometieron gravemente la finalización de este último proyecto de reforma tan demoledora. Y tan en entredicho aún (hé ahí la imagen precisa de lo que es un coitus interruptus arquitectónico, porque aquí estamos hablando de follar, nadie se engañe, es decir, de joder patrimonio, de fornicar el buen gusto y de metesacar muchos dineros). Advertí al corrillo de esta posición mía para evitar una confirmación más in situ que sugirió Peláez al releer una noticia de días atrás con el comentario que dejó escrito al respecto la cantante de ópera Ainoa Arteta tras encararse al adefesio después de un concierto suyo en el vecino Auditorio. Está claro que le abollaron de un cantazo el fondo de la memoria que mantenía muy viva y galana del sitio. Y la escandalizada Ainoa no reprimió el comentario expresando « el dolor tan grande que me ha supuesto entrar en el parador de San Marcos y encontrarme semejante maltrato a nuestro patrimonio histórico »... « esto era una locura y una maravilla de parador y se lo han cargado », añadió... « las habitaciones son auténticas celdas »... concluyendo « y no le han tapado la fachada con gotelé porque Dios ha sido misericordioso ».

El convento de San Marcos, levantado en el siglo XVI como ostentosa casa madre de la Orden de Santiago -y no hospital de peregrinos como algunos creen aún- era un inapreciable monumento histórico tanto por dentro como por fuera, y los múltiples y perdularios destinos que sufrió tras la Desamortización en poco alteraron sus tripas como lo hizo más agresivamente su conversión en hostal de red nacional. Pero ahora decían que iban a rescatar la parte agredida. Ya se ve. ¿Y no es lo mismo que se hizo desfigurando el interior de la Casa de Botines?, pregunta Peláez.

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