Diario de León

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El desembarco de Lidl en Villadangos es una excelente noticia pero admite una lectura obvia en clave negativa. Pone en evidencia las cosas que no se están haciendo. En primer lugar, ahí sigue en el aire el polo logístico de Torneros —ese sobre el que el PSOE local se quejaba día sí y día también hasta que llegó Pedro Sánchez a La Moncloa hace casi cinco años—. Se aventura que era el destino inicial elegido por la cadena de distribución alemana, pero ha tenido que mirar hacia Villadangos para poder avanzar.

En unos meses tocan elecciones locales. Y de nuevo se escuchará a los vendedores de crecepelos milagrosos presentando proyectos. Pero lo cierto es que el balance es lamentable. Y eso, a pesar del éxito conseguido por los que sí se esfuerzan.

Llegan las empresas pese a que Torneros sigue ‘a poulo’, como se dice en El Bierzo para referirse a los terrenos abandonados. Y en el papel que ronda por ahí se le cae la parte fundamental, la referida al asunto ferroviario. Algo que no sólo es clave ahora, sino también mirando al futuro. Se comprueba en Villadangos, donde por la exigencia de una empresa se está construyendo un ramal desde la vía León-Astorga, y ahora con más hijuelas en camino solicitadas por otras empresas. En Europa tienen claro que el futuro de las mercancías pasa por el ferrocarril. Y parece evidente que el que no plasme en sus proyectos esas tendencias futuras lo acabará pagando.

En ese frente de posicionamientos resulta imprescindible volver a mirar al tren decimonónico del Manzanal. Al acceso a las puertos gallegos y portugueses. También por carretera, con las autovías Ponferrada-Orense y La Bañeza-Braganza sumidas en el mayor de los olvidos.

Y sobre este parón vivido en los últimos años en los proyectos fundamentales de la provincia cabe preguntarse por la situación del Hostal de San Marcos. También afecta a otro de los puntales en los que se está asentando el futuro de esta tierra: el turismo. De nuevo, la iniciativa privada pugna por lo que se deniega desde los despachos.

La encrucijada vivida y por vivir admite el mayor de los pesimismos. En la época de los viejos tercios, se llamaba encamisada a los asaltos con nocturnidad y alevosía. Aquí hace tiempo que se actúa sin vergüenza y con impunidad...

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