Diario de León

Creado:

Actualizado:

La Moncloa actúa igual ante cualquier escenario que se le complica. Hace salir a los portavoces de Pedro Sánchez para que pinten de rosa el panorama. Y ahora proclaman que, a pesar de los pesares, todo va a cambiar a la vuelta de Semana Santa. Sesudos analistas monclovitas aseguran que se impondrá cierto sosiego. Es decir, que el presidente del Gobierno podrá enfundarse el traje electoral sin más distracciones incómodas. Esa ilusión explica, por ejemplo, que de la noche a la mañana se haya querido acelerar la agenda legislativa pendiente con leyes como la de Vivienda o que se entrara de lleno en la reforma de las pensiones.

Por cierto, nada nuevo bajo el sol. Ya se hizo en la convulsa cuenta atrás de 2022, cuando la apuesta de los estrategas de Sánchez era despedir el año confiados en dedicarse desde el 1 de enero a echarse flores y tomar impulso para ganar las elecciones. Dos meses y medio después, el presidente ni siquiera ha sido capaz de dejar atrás los rotos que le hace su coalición con Unidas Podemos. Y lo que te rondaré, morena. Porque Irene Montero, crecida, le lanza a Pedro Sánchez órdagos a la cara y además luego se los gana.

Así las cosas, el líder socialista se lo juega todo a la carta de Yolanda Díaz. Desea tener a babor una izquierda sumisa que huya de aspavientos. Vamos, le gustaría revivir la etapa de la IU de Gaspar Llamazares, pero con Díaz como lideresa. Aunque, para su desgracia, Montero va venciendo en todos los pulsos en su espacio confederal. Porque la ministra de Igualdad se ha impuesto ante las demás facciones y manda.

Mientras, Yolanda Díaz continúa lanzando anuncios sobre la conclusión del “proceso de escucha” para atisbar en el horizonte la puesta de largo de su pasatiempo: “Sumar”. Y antes o después deberá sentarse con Podemos y negociar el reparto de las listas. Los morados le exigen a Díaz el control sobre el cincuenta por ciento de los diputados que pudiera conseguir el invento en las generales. Pero ella no está por la labor. Se abre un pedregoso camino, no exento de sorpresas, para el propio PSOE, que se ha volcado con la vicepresidenta segunda.

El temido “ruido” promete no cejar. Es fácil presagiar equilibrismos imposibles. Este clima interno, cada vez más irrespirable, invitaría a cualquier gobernante con sentido de la responsabilidad, o siquiera un mínimo de sentido común, a ponerse en manos del veredicto de los españoles. Porque ignorarlo, como hace Sánchez, sólo es hacerse trampas en el solitario.

tracking