León ya te había coronado

Salve, Máter et Regina. El Pueblo leonés sale a tu encuentro esta tarde. Hoy se vuelven locas las campanas y los corazones. Es la hora. Ahora. Hoy se funden tu manto y su canto. Ya es Viernes de Olores. A incienso. A camisa blanca recién planchada. A jazmín. Al charol del zapato nuevo. Al barquillo de cuando venía a verte con el pantalón más corto y la lengua menos larga.

Cuentan las crónicas que en octubre te van a coronar. Quiá... el pueblo leonés ya lo había hecho hace muchos años, Señora. Sobre tus sienes reposarán entonces laureles de oro y kilates. Hoy no mires arriba. Déjate mecer por los hermanos de hombro fornido y corazón trémulo. Ellos te llevan. Y León te puja.

Manda un tentenube, Madre. No sea que las lágrimas del cielo ahoguen las de esos ojos misericordiosos que hoy te admiran. No hay destierro en el Viejo Reino, aquel que fue esperanza nuestra, valle de lágrimas ahora. Este León no quiere suspirar. Está harto de gemir. Y de llorar. Pero hoy solo quiere ver como acunas al fruto bendito de tu vientre.

Santa Madre de Dios, ruega por nos. Ave, María del Mercado, Madre Morenica.