Ni sombras, ni sombrías

José Manuel Lucía impartirá mañana miércoles una conferencia de gran interés: Las mujeres de Cervantes más allá de la sombra del mito . En el caso del alcalaíno, las de papel han sido mucho más estudiadas que las reales; y no solo por falta de documentación, también por pereza y prejuicios misóginos. En cambio, con mirada ecuánime y con justicia poética, este prestigioso catedrático de Filología Románica, de la Complutense, cree que el célebre apodo las cervantas, con el que se conocía a las hermanas del escritor, no debe ser entendido necesariamente como peyorativo, sino como reconocimiento —socarrón pero admirativo— a un carisma familiar. Incluso casado compartió vivienda con ellas. Las mujeres de Cervantes no fueron sombras, ni las reales ni las ficticias. Que nos falte información biográfica no las convierte en insignificantes, ni en pécoras por recurrir a relaciones aceptadas en la época. Contribuyeron con su dote a pagar el rescate de sus hermanos, cautivos en Argel. Ni sombras, ni sombrías. Leonor, la madre, tuvo tesón y valor, no solo sentimientos maternales. Sobre la esposa, Lucía ha publicado un bello perfil literario: Yo, Catalina de Salazar (Huso), donde la muestra como mujer enamorada y amada, pese a que prebostes de la biografía dieron por hecho que no hizo feliz al escritor, sin más datos para concluirlo que no podía estar a la altura de su genio. Tampoco hubieron de ser sombras las amigas del manco, Juana Gaitán y Magdalena Enríquez. La conferencia será a las 11 de la mañana, en el Aula Magna de Filosofía, dentro del programa de fiestas. Y a las 19,30, Daniel Migueláñez, actor y filólogo, el más joven académico de las Artes Escénicas, recitará textos áureos junto a Juan Manuel Seda, en el vestíbulo del centro. Gran velada.

Hay algo en el humor cervantino que nos permite intuir alegría familiar y conyugal. Ni siquiera fue sombra en la vida de Cervantes su hija Isabel, de colmillo muy retorcido y con quien no logró entenderse.

Lo admito, nunca me ha gustado la máxima «Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer». Vaya, ¿y por qué no al lado y haciendo posible tal grandeza, o con grandeza propia? Gran miércoles para cervantistas, quijotistas y buena gente en general.