Diario de León

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En este ciclo político que vivimos de hibernación del bipartidismo se hace realidad aquello de que cada voto importa. Es curioso, nos dijeron que hacía falta cambiar las cosas para que los gobiernos de Moncloa no dependieran de los nacionalismos catalán (la CiU de Pujol) y vasco (el PNV de Arzalluz). Y lo cierto es que hoy los ases han pasado de las manos de esos nacionalistas a los abiertamente independentistas, a formaciones extremas como la ERC del golpe de estado o la Bildu heredera de la sangre vertida por el terrorismo. Partidos que, para aclarar bien quiénes son, ni siquiera ayudan a reparar la infamia del ‘sí es sí’.

Con este panorama resulta curioso que esas dos formaciones sean las que marcan el ritmo al Gobierno que se consolidó tras una moción de censura de los del PNV, que un día se hincharon a la hora de comer a costa de los presupuestos del PP de Rajoy para irse de cena con el PSOE de Sánchez, con una voracidad bien conocida por todos.

Esa volatilidad, que dicen los analistas de la Bolsa, se hace bien presente también a otros niveles políticos. En lo autonómico, con una Junta que tuvo como muleta a Ciudadanos hasta que llegaron dudas de su adulterio, para tener que abrazarse a esa especie de bomba de relojería que supone Vox en cualquier situación.

Bajando más escalones, el último mandato a nivel provincial y local fue prácticamente ajeno a las mayorías absolutas. Hay que mirar al mundo rural para encontrar alguna. En las urbes todo quedó en mano de los localismos, los que curiosamente no han sabido nunca tocar la tecla para terminar de explotar. Leonesistas y bercianistas arrastran una trayectoria suficientemente esclarecedora de errores y derrumbes tras ser sostén de los grandes.

PSOE y PP o PP y PSOE se afanan en buscar el cara a cara el 28-M. Quizá por ser los primeros interesados en que se olvide que, hace poco más de un año, la UPL dio un vuelco a las cosas y logró una victoria histórica en múltiples sitios, empezando por el municipio de León. Los tropiezos de unos y otros podrían estar reimpulsando lo vivido en las autonómicas de febrero de 2022. Que el púrpura marque los mapas. Quedan 40 días para el lunes 29, pero seguro que esta cuenta ya la echan en el seno de los grandes, y buscan inflar ese cara a cara que evite que tengan muchos votos los que podrían incluso exigir algún bastón de mando...

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