Diario de León

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En este extraño verano, en el que no hemos sido capaces de lograr unas merecidas vacaciones de la matraca política diaria, parece que cada vez están más claras las cosas. En Madrid y en León. Con esos sainetes para intentar aparentar lo que no hay, a la espera de las fechas en las que toca votar los últimos gobiernos. El de La Moncloa y el del Palacio de los Guzmanes.

Como en tantas ocasiones, hay mucho más en juego de lo que se nos transmite. En la batalla nacional se dirime hasta qué punto tocará ceder una vez más —y ya resulta incalculable recordar cuántas— en favor de los de siempre. Los partidos vascos y catalanes se preparan para hacer caja a pesar de los ingentes privilegios con los que ya gobiernan, gracias al llamado Cupo Vasco y a la fórmula de reparto de la financiación autonómica que dejó como herencia, al salir de La Moncloa el leonés José Luis Rodríguez Zapatero, con unos cálculos que reciben periódicamente notables juramentos por parte de compañeros suyos de partidos pero pertenecientes a otras autonomías, de las llamadas de ‘segunda’.

Lo peor de este teatrillo es que se ha perdido la vergüenza. Ahora los chantajes velados se hacen a pecho descubierto. Y si lo que está sobre la mesa es lo que deberían abonar en caja tanto socialistas como populares —que también saben bien lo que es negociar con Arzalluz o Pujol— el problema que se avecina para los territorios desfavorecidos puede ser muy grave en los próximos tiempos. Y más cuando, para acallar los asuntos de cesiones en otro tipo de órdenes más vergonzantes, toque añadir más porciones de tarta en cada presupuesto o votación decisiva.

En pocas semanas llegará el recuerdo, en los medios de comunicación al Gobierno de Sánchez, de todo lo que prometieron sus ‘franquicias locales’ en los últimos meses. Daba la sensación de que disparaban con pólvora ajena, resucitando, al menos de palabra, todo lo pendiente en cualquier rincón de España —incluida la provincia de León—. Como si se frotasen las manos convencidos de su derrota, y de que podrían echar en cara al PP que no hacía lo que ellos dejaban programado. Hagan memoria de todo lo que publicaron los medios hasta que, por vergüenza ajena, optaron por relegarlo a breves... y ya les digo mi opinión: me conformo con que llegase la mitad de la mitad de lo ‘vendido’...

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