Diario de León

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Hay muchas formas de ser alto y Krzysztof Sliwa lo es de varias. Para empezar, por la física. Un 1,90 de filólogo, polígrafo e historiador polaco es mucha altura. Pero ser de esqueleto inmenso no es logro propio sino de tus genes. Sliwa sí es responsable de sus otras grandes estaturas: la intelectual y la humana. Todo un gigante en ambas. El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valladolid acaba de hacerme llegar el último trabajo publicado por él: tres antologías dedicadas a la poesía, teatro y prosa de la Edad Media. Los libros pueden ser gruesos de muchas formas, pero han de serlo con sentido; entre los tres suman 2.328 páginas, de lectura independiente pero interrelacionada. Tres joyas para profesores, alumnos y escritores. Y uno aplaude que con altura de miras un campus español haya hecho posible esta triple edición, con precios muy módicos. «No hay mejor literatura en el mundo que la literatura española, que es ejemplar, majestuosa y superior a todas, en particular la del Siglo de Oro», me escribe, desde Estados Unidos. Qué gran españolidad la suya, sentida y elegida. Pero aún tiene otra gran altura: su mirada cristiana, que no disimula. ¿Cuántos terminan hoy sus trabajos con un «Laus Deo», a la manera de los viejos códices? En él es impronta no solo de fe sino de su gran personalidad. No puede haber Humanidades verdaderas sin cohrencia docente, cada cual la suya. Las tres antologías son antorchas que combaten el prejuicio de que nuestro medievo fue un tiempo oscuro.

Acabo de regresar de un viaje a Sevilla, tierra de mi madre. Los motivos eran dolorosos, pero los reencuentros familiares fueron muy felices. Pasee por una calle donde un precioso azulejo recuerda que allí estuvo preso Cervantes; me sacaron una fotografía y se la mandé a mis amigos, entre ellos a Sliwa.

Afirma en su último correo: «La Biblia es sabiduría de Dios; el Quijote, sabiduría humana; ambos son para el pueblo, hablan del amor y desamor, del bien y del mal, se preocupan por la humanidad, penetran nuestros corazones de hombres, y nos enseñan a amarnos unos a otros y convertirnos en mejores personas». El año que viene impartirá una lección magistral en León, y seguro que será como él: de gran altura.

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