Diario de León

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En buena parte de la provincia de León resulta complicado entender las graves implicaciones que supone la carencia de agua. Un problema sobre el que curiosamente los nubarrones que nos anuncian constantemente no son nada halagüeños. Allí donde las cosas ya se han complicado en extremo se hace, si cabe más patente, una realidad a la que nadie es ajeno. Hay tanta carencia que toda lluvia es insuficiente. Incluso desaparece esa agua pocos minutos después de caer, por ese calor que parece no tener fin, y absorbida por una tierra que pone en claro que tiene mucha sed. Llueve poco, mal repartido y, según aventuran los expertos, con un nivel que no garantiza una sostenibilidad de las cosas.

Es quizá una gran metáfora sobre la realidad que viven muchas partes de la sociedad española. Las que están alejadas de los centros de desarrollo. Curiosamente en muchas no falta el agua. Pero las ausencias en todo tipo de ámbitos no podían ser mayores. Y surge la duda sobre si ese maná, tantas veces anunciado y que no termina de caer en forma de dineros europeos, no acabará siendo otra alerta de lluvia frustrada.

Llevamos ya literalmente años oyendo la llegada de los planes de resiliencia, recuperación, transición... pero da la sensación de que apenas pasan las cosas más allá de los sueños escritos. Y con un problema añadido, la sospecha de que se repite el conocido guion de que el dinero, que llegará bastante mermado, acabará en gastos que no cumplirán ni por asomo su fin, la transformación de la sociedad para generar una economía competitiva, capaz de diseñar fórmulas para captar riqueza y crear empleo. Como ha pasado con los tantas veces aireados planes carboneros, de comarcas deprimidas, de zonas devastadas, de áreas pendientes de deudas históricas... ojalá no llegue mucho menos de lo esperado y sirva de verdad para cambiar el panorama más allá de pintar calles, hacer canchas deportivas, quitar malezas que volverán a salir en poco tiempo o hacer glorietas para seguir dando vueltas y más vueltas a las cosas al más puro estilo de aquel Plan E que sigue pendiente de pagarse. Porque esa es otra. Ahora resulta que se extiende como una plaga el afán de subir impuestos en los ayuntamientos. Por San Martín llega otra sangría. Con la que está cayendo se podían repensar gastos. No mejoran sus servicios. Lo que atrae es perpetuarse en proyectos de esos a golpe de agua bendita a mayor gloria...

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