Diario de León

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Hemos llegado a un punto en el que lo no artificial es lo extraordinario. Al menos a mí me resulta preocupante. Hasta la inteligencia se ha vuelto de cartón piedra y funciona como a su bola, sin apenas necesidad de nada humano, salvo una mano que teclee unas pocas letras y un dedo que apriete un botón. No me digan que no da un poco de miedo sólo mencionarlo: inteligencia artificial. 

La inteligencia parece ser de lo poco que nos diferencia de los animales y a veces ni eso. Pero si resulta que anulamos un poder tan nuestro y se lo damos a una máquina quedamos reducidos a poco más que un cuerpo con alguna que otra función. Tiene que ser fácil, sí, lo de utilizar la inteligencia artificial. O al menos cómodo. A golpe de unas pocas palabras nos puede construir una noticia, por ejemplo. Y con cierto sentido. No sé qué será de algunos trabajos tal y como los entendemos ahora, pero lo que queda claro es que se ahorra tiempo y vueltas al coco. Total, lo hace otro.

Pero, déjenme que les diga algo. Las cosas, para que lleguen, tienen que ser contadas desde el corazón. Se pueden escribir palabras y frases enlazadas que tengan una coherencia y un ritmo, pero contar cosas de las que tocan algo de dentro requiere de algo sutil que nunca podrá conseguir anda artificial, sencillamente porque las máquinas, al menos por ahora, no tienen corazón y eso tiene difícil arreglo. Y hablo de escribir, que es lo que me toca, pero esto se puede aplicar a muchas otras funciones.

No digo yo que no tenga nada bueno lo artificial, ni siquiera la inteligencia. Todo suma o resta en función de cómo se entienda y se utilice. Pero, cuidado, que justo en el ‘cómo’ y en el ‘para qué’ reside la pequeña diferencia que lo cambia todo y que hace que cualquier cosa pase de negro a blanco y a revés. 

Lo artificial ha ido colonizando nuestras vidas poco a poco, pero sin descanso. Piensen en todas las cosas que ahora nos rodean que han perdido su esencia natural, que ya no son lo que eran y que puede ser que en muchos casos nos hayan hecho la vida más fácil pero también otras tantas han transformado nuestro mundo en algo menos auténtico. Hay que evolucionar y seguir progresando pero quizás  esto no vaya por ahí. O sí.  

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