Diario de León

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Hay un programa de cocina en la tele realmente adictivo y cualquiera se queda pegado a la pantalla hasta queriendo dar un beso de admiración a la siempre risueña y guapa francesilla que conduce descapotable rojo tan lleno de búsquedas e información como de excursión histórica, de rarezas como de fogones, de porqués como de sartenes, de platos y platos sin parar de contar... ahí va de todo, desde el que cría pulardas al que las estofa, del petit agriculteur al tendero, del quesero al curtidor, del taller artesano a la escondida panadería donde se hornean panes de siete trigos. A esa mujer tan chic y urbana con su tic de bibelot de boutique se la ve feliz de verse guapa o verse también en katiuskas entrando en cuadras o embarrándose en huerto de alcachofas. Es la recogerecetas infatigable, rescatadora de otros mundos que están en este, es la simpatía y lo popular dando a conocer tanta cosa asombrosa como asoma en sus recorridos averiguadores por comarcas francesas de confín o de interior. Les carnets (las recetas) de Julie se llama ese programa. Lo pilota Julie Andrieu y lo intentan plagiar inútilmente hasta en teles locales bordando a menudo el ridículo. Hay mucha tarea detrás de lo que ella hace aparentemente fácil y ameno. Pequeña enciclopedia logra.

Hace unos días vi el programa que dedicó al País Vasco francés. Aún rabio de envidia. El lugar se aúpa en viejas labores e identidades con mucha cosa propia alejada de tópicos franceses, luciendo ahí un pueblo que conoce, ama... ¡y trabaja! El euskera les une y tallan futuros en aquel terroir , en campos, en corrales, en artesanías o en el comerciar. ¿La razón del éxito?... cooperativismo, esfuerzo ilusionado y rescate de viejas materias y oficios. La seña propia. En fin, en los programas de Julie hay mucho que ver, aprender e imitar. Son pista y lección para quienes buscan aquí emprender o repoblar. E igual que exijo a políticos ver el Tour para tomar notas, oblíguense a estas clases de Julie o veremos a León bajo un cartelón con una expresión muy de mi madre: Aquí murió el Tío los Nabos .

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