Diario de León

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Todos cuantos le deben su encomienda a Pedro Sánchez manifiestan su agradecimiento de una u otra manera. En el caso de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, atendiendo con presteza los requerimientos de Moncloa. La primera devolución del favor se plasmó en el apremio a Núñez Feijóo para que acotara el calendario de su fallida investidura en contraste con la laxitud con la que dejó que Sánchez ahormara el suyo en función de los pactos a varias bandas. Luego vinieron más favores. A los requerimientos de Junts que exigían la cooficialidad del catalán, el vasco y el gallego en las intervenciones de los parlamentarios —hasta entonces el idioma de uso era español— Armengol respondió con inusitada presteza autorizándolo antes incluso de someter a votación el cambio en el Reglamento.

Armengol ha seguido dando otras pruebas de adhesión a la causa sanchista alejándose de la exigible neutralidad que cabía esperar de su elevada encomienda. En el escalafón institucional ocupa la tercera plaza de las autoridades del Estado. Nada que ver con algunos de los presidentes que la han precedido. Desde Gregorio Peces-Barba a Félix Pons o más recientemente Ana Pastor. Todos ellos desempeñaron su función arbitral con tino parlamentario y vocación de ecuanimidad. Si tenían que llamar al orden a algún diputado lo hacían sin distinción de color político. Nada que ver con la práctica de Armengol de quien ha sido criticada su manifiesta parcialidad.

El penúltimo servicio a la causa sanchista ha sido habilitar el mes de enero —mes tradicionalmente inhábil a efectos parlamentarios— para tramitar con carácter de urgencia la ley de Amnistía.

Urgencia, ¿de quién y para qué? La amnistía es el segundo pago de la hipoteca contraída por Sánchez con los separatistas catalanes que dieron el golpe del ‘procés’. El primer pago fueron los indultos y la reforma del Código Penal que les permitió salir de prisión. Ahora les urge el borrado de sus delitos para poder presentarse a las elecciones. De ahí la prisa. Prisa de los golpistas y de Sánchez que la presidenta de las Cortes ha hecho suya. Dado que el Hemiciclo está en obras es probable que alguno de ellos tendrá que celebrarse en el Senado. ¿A qué vienen tantas prisas?

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