Diario de León

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Dice el joven aficionado a la meteorología Jorge Rey, al parecer siguiendo el dictado de la ancestral sabiduría popular, que “Año de avispas, año de nieves, año de ventiscas”. No sé si habrá predicción para las letras de esta tierra. Sería difícil ya que su trayectoria es siempre sorprendente y enriquecedora. Tanto que, por referir solo una anotación en este sentido, la de José Menchero, un pintor de postín, pero también poco conocido en su tierra, acaso por haber vivido casi siempre fuera, anotación de breve precisión, casi axiomática: “Fuera, León es la Catedral y sus escritores”. La cercanía y la familiaridad impiden con frecuencia calibrar con precisión esta riqueza.

El año que acabamos de cerrar ha venido cargado de frecuentes y buenas lecturas, también de autores noveles o de poco o nada conocidos, que hay que tener muy en cuenta, cuya simple enumeración sería imposible, aunque sí confirma que la maquinaria literaria está bien engrasada y lleva a una pregunta histórica -¿qué hecho sustenta este fenómeno?- que sigue careciendo de respuesta.

Algunos de los más notables acontecimientos de las letras leonesas del pasado año tienen nombres propios. Uno de ellos, desgraciadamente, el de Fermín Cabal (León, 1948-Madrid, 2023), guionista, director y dramaturgo, icono del teatro independiente, uno de los autores más comprometidos, figura fundamental en el desarrollo de nuestro teatro contemporáneo. Nada mal estaría un ciclo que mostrase su obra, poco conocida su labor en su propia tierra.

En el orden de las efemérides conmemorativas, dos natalicios centenarios: Antonio Pereira (1923-2009) y Eugenio G. de Nora (1923-2018), dos de los grandes cuya presencia, que deseamos permanente, sigue enriqueciendo el panorama creativo a través de sus obras, imprescindibles. Imprescindible es también la figura de Umbral, cuya novela más leonesa, Días sin escuela, se dio a conocer, después de más de medio siglo en el desconocimiento del olvido, en una primorosa edición del ILC.

Y vamos de Cervantes. Antonio Gamoneda, que lo recibió en 2006, fue reconocido en Gordoncillo con el “Premio Semilla de Oro”. Paralelamente el Museo de la Industria Harinera de la localidad mostró una exposición que refleja otra importante faceta del poeta, la de una vida comprometida con el arte. El año nos dio a conocer la concesión del segundo Cervantes leonés: Luis Mateo Díez será, es, el verdadero protagonista del fortalecimiento de la palabra creadora. El nuevo año no puede comenzar mejor.

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