Vamos tirando
A h, nuestra edad, eso que brinca en nosotros. El Rey ha cumplido 56 años y al preguntársele cómo se sentía contestó con una sonrisa. «Vamos tirando». Una gran respuesta humilde, digna de un gran monarca y no aquella de «El Estado soy yo» o « Mi reino por un caballo». En efecto, majestad, aquí todos vamos tirando, unos más que otros. Lo importante es llegar para cantarlo, se lo dice este juglar de columnas que le saca casi una década. Unos tiran a pata negra, otros ya a mojama de tienda de barrio. Pero sí, lo importante es ir soplando las velas. La leonesa Isaura Martín Granizo con motivo de sus primeros 108 años quiere invitar a sus íntimos a tomar algo y está barajando sitios. ¿No es maravilloso? Usted, majestad, pasará a la Historia, ya ha pasado, otros terminaremos siendo, como mucho, una olvidada fotografía digital en un pendrive olvidado. Seamos prácticos, a partir de cierta edad, valoras más no tener los pies fríos que merendar langosta. Es ley de vida, vamos tirando a vieja canción, y algunos de casete. La edad nos da un poco de sabiduría de andar por casa, pero también lecciones que hubiéramos querido aprender solo leyéndolas. Y no se puede elegir, así es la cátedra de la vida. Vamos tirando, majestad, unos días mejor que otros. «En esta casa no se tira nada», decían antes las madres. Quedémonos con lo bueno. A la cervantina, vamos tirando gracias al amor, al humor y dolor. Tirando y ya casi nunca a dar.
Dice la oposición en el Ayuntamiento de Huelva que su consistorio ha sido desinfectado de malos espíritus, exige saber si lo de la desinfección iba por ellos y exige que el equipo de gobierno aclare si la misma se ha pagado con fondos públicos o si la niña del exorcista la hizo gratis. A parte de que en España cuerdos ya solo quedamos cuatro, tampoco es para escandalizarse. Uno mismo hace magia blanca en casa: cuando hay un derbi pongo una vela a don Santiago Bernabéu, pero mi mujer —que es algo culé— me la apaga.
¿Y el país también va tirando, o hay días que España hubiese preferido ser Turulastán? Ah, querido lector, ¿comprenderemos alguna vez de qué va este país maravilloso, o tendremos que esperar a que nos lo expliquen allá arriba? Mientras, dejémoslo en tirandillo.