Diario de León
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A LA ÚLTIMA LUIS DEL VAL

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L as 183.000 viviendas de alquiler que prometió Pedro I, El Mentiroso, ya empiezan a cristalizar, y se han terminado 350, sólo en un año. A este ritmo endiablado, en el año 2549, en pleno siglo XXVI, se habrán entregado las últimas llaves, aunque es difícil imaginar cómo serán las viviendas dentro de más de medio milenio. Los comentaristas nos quejamos, de que los políticos sólo emprenden acciones a corto plazo, que puedan presidir su inauguración, mientras los grandes proyectos son preteridos por el egoísmo vanidoso de no dejar herencias de las que se aprovechen los gobernantes del futuro. No es el caso. Nuestro presidente renuncia al corto plazo, y emprende acciones que concluirán, dentro de cinco siglos. Y, claro, el egoísmo de los que esperan un alquiler asequible, y contemplan la probabilidad de que cuando les toque el turno lleven ya fallecidos un par de siglos o tres, no se van a mostrar muy agradecidos.

La subida de los alquileres se produjo, más que por causas naturales, por causas políticas. Alguien del Gobierno se despertó, un día, entusiasmado de defender a los inquilinos, y llevado de su entusiasmo, provocó tal miedo en los caseros, que un alto porcentaje de ellos retiraron los pisos que iban a alquilar y los entregaron a las agencias para que los vendieran. Los entusiastas marxistas, autores de la medida, no habían previsto que, al vivir en una egoísta sociedad capitalista —y no en una próspera sociedad comunista como Cuba o Venezuela— la retirada de decenas de miles de pisos de alquiler, produciría de inmediato una subida de los precios.

Pero no desesperemos. Ahí están nuestros generosos gobernantes, dispuestos a entregar 183.000 viviendas de alquiler, en algo más de quinientos años. Y, sin necesidad de que España deje de ser capitalista. Un país capitalista, gobernado por mentes comunistas, con proyectos, tan a largo plazo, que los planes quinquenales de Rusia, casi nos parecen de una osada y peligrosa urgencia.

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