Diario de León

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Esos curas. Tropa en traje talar. Qué rígida su sotana sacada de la naftalina. Cuánto verbo en llamas. Ya de lejos dejan ver su ultra-ultracatolicismo agudo. Y qué mala hostia rezando para que el papa Francisco «se vaya al cielo cuanto antes». Incendiaron redes. Su arzobispo les exigió rectificación y perdón cuando lo propio hubiera sido un hisopazo «a divinis». Tururú. Se disculparon con que era broma, pero redoblan después posiciones. Y llevan tiempo insistiendo en la devoción a Franco -cristiano ejemplar- por salvar a la Iglesia en la España que buscaba destruirla, justificando además sus ejecuciones. Varios días lleva el mundo haciéndose cruces con las invectivas de estos rabinos de Toledo que tienen altavoz en el youtube llamándose «La Sacristía de La Vendée» (tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria), ese Toledo que en el siglo XV vio nacer la sociedad secreta «La Garduña», origen de la Camorra italiana, aunque nada secreta es esta camarilla de iluminados curánganos de la carcundia más ibérica difundiendo urbi et orbi sus predicamentos y medicamentos morales contra gays, feminismos, laicismos o progresías. Y encantandos que se ven hoy con la fama que les ha caído y que, además, les proporciona adhesiones y seguidores («de la alforja hasta el jumento todo es bueno pal convento»).

En una foto de este grupo de prestes (cuentan con dos activos curas americanos), están todos rigurosamente ensotanados y con barba los más (si se pusieran un turbante por solideo, pasarían por auténticos afganos de alguna yihad bendita). Y no son el clásico vejete anclado en nostalgia tridentina; es gente madura, y también algún joven. Al micro, son trueno de púlpito apocalíptico, de palo y catecismo, denunciando la degeneración a que nos lleva el comunismo y el sindiós. A Vox admiran. Están en guerra y son poco pacifistas, dicen, ¡diosnoslibre!... Qué tropa. Y ahí va también el sobrino de Blas Piñar. ¿Inquietantes? De ningún modo. ¿Síntoma? Alguno, quizá, aun siendo sólo el cupo de estrambote de todo país o colectivo. Pero no dan ni risa... ni pena.

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