Diario de León

Panorama Antonio Pérez Henares

San Ábalos

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C omo sucedió en su día con Bárcenas hay ahora otros prestos a elevar a Ábalos al santoral. Los unos lo hacían porque le hacia un tremendo roto al PP y estos piensan que va a hacérselo al PSOE. No falta tampoco una buena parte del periodismo patrio que se limita como papagayos a repetir y amplificar sus declarativas sin aplicarles ni una sola revisión ni contraste con los hechos.

En realidad el uno y el otro, más allá de las consecuencias que ello pudiera suponer para sus partidos, en lo que estuvo el uno y está este es en como salvarse ellos de sus actos y escurrirse de la acción de la Justicia. Lo demás son oraciones subordinadas y que dependen de lo que les resulte conveniente en cada momento para salvarse del banquillo. Ábalos, cuya responsabilidad en la trama de las mascarillas es de una evidencia total —lo que queda por determinar es su grado de implicación, pues sin su paraguas no podía haberse puesto en marcha la trama de corrupción— ha elegido el no acatar la orden de su partido por un interés mayor: mantener su escaño significa mantener su aforamiento y no poder ser procesado sino por el Tribunal Supremo y tras votación de suplicatorio del Congreso de los Diputados.

Una vez dado ese paso ha dado el siguiente, dar garantías a su partido de que no cantará y mantendrá su disciplina de voto como un soldado sanchista más. No quiere incurrir en su ira pero es que, además, no le interesa en absoluto. Ni al PSOE ni a él. Y en esto van a mantener, por la cuenta que les tiene, una total y completa complicidad. Él no puede confesar su propia implicación y al partido le interesa menos aún que la manta vaya destapando a todos los que están bajo ella.

Ábalos no ha podido ser más elocuente en ello para darles tranquilidad. «No hay manta de la que tirar». La hay, por supuesto, y lo saben ellos y cuantos quieran y sabemos todos, y de enorme tamaño y grosor pero es que debajo suyo está el mismo junto a todos los demás. No son de sus declaraciones ni de las de los otros, donde se vaya a sacar nada en claro. La policía y la Justicia son las que han de operar y buscar en los hechos y documentos las pruebas de la verdad. Eso es lo esencial y esa habrá de ir siendo, paso a paso y hasta llegar a las alturas, la labor del juez instructor Y en eso habría de estar, y algunos por fortuna están, lo que antes se llamó periodismo de investigación, buscando y rebuscando los indicios los papeles, la confirmación de los contactos, los tráficos de influencia, las trampas, las ordenes, los pagos y las violaciones de la mínima ética exigible y la ley. Eso es lo que hará aflorar la realidad.

Eso es en lo que está Abalos. En eso es en lo que está Armengol, en eso el canario Torres e Illa el catalán. Se intentarán escabullir, enredar, embarrar y confundir. Va a ir para largo pero han dejado rastro. La corrupción lo deja siempre y huele mal. Como san Ábalos.

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