Diario de León

TRIBUNA

Teresa Fernández Secretaria de Mujer, Derechos e Igualdad, de UPL y concejala de UPL en el Ayuntamiento de León

Las mujeres y la valía

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E l Día Internacional de la Mujer da lugar cada año a una avalancha de escritos —éste incluido— de políticas, de asociaciones de mujeres, de periodistas… a mujeres con voz reclamando la igualdad social respecto de los hombres.

Es lamentable que tenga que existir un Día Internacional de la Mujer. Significa que derechos ciudadanos no están plenamente reconocidos y que seguimos teniendo que trabajar por ellos. Nos pasamos la vida viendo cómo los pasos que se dan -que en mis 60 años de vida algunos se han dado-, van a veces para adelante, a veces para atrás.

Hace mes y medio se hizo pública una encuesta del CIS que refleja que los hombres entre 16 y 45 años se sienten «discriminados», porque el feminismo ha llegado muy lejos, según ellos. Me pregunto en qué puede el feminismo discriminar a un muchacho de 16 años que está comenzando la vida, salvo que se sienta ofendido porque ahora tiene que respetar a sus compañeras de instituto. Y debe respetarlas so pena de una recriminación pública y de que su falta de respeto se convierta en un delito penal. O quizás considere que el feminismo coarta su libertad de usar a las mujeres a su antojo, como acontece con cierta frecuencia en las «manadas». Quién sabe lo que pasará por su cabeza si se sienten discriminados por el feminismo a esa edad. Estos muchachos dirigirán los destinos de nuestro país en el futuro. Tales pensamientos no presagian nada bueno para las mujeres.

Me pregunto por qué un hombre de 45 años se puede sentir discriminado por el feminismo, como los de edades intermedias recogidas en la encuesta. ¿En qué les afecta? Nadie les echará de su trabajo. Si en casa no asumían su parte de responsabilidad familiar, seguirán sin hacerlo. No necesitan cuotas que les den visibilidad en diferentes ámbitos sociales, porque los siguen teniendo copados. Su valía ante la sociedad permanece intacta.

Mi cerebro de mujer no es capaz de entender en qué se sienten discriminados. Imagino que, si se les pregunta individualmente, tampoco ellos sabrían dar una respuesta consistente.

Causan indignación las mujeres que, desde el altavoz de los medios de comunicación, argumentan que a la gente hay que juzgarla por la valía y no por el sexo, como si se partiese de condiciones de igualdad. Si han llegado a ocupar un cargo gracias a su valía, no es tanto por ésta como por la lucha de las mujeres que las precedieron y que, incluso, han dado su vida para que ellas tengan ahora ese derecho. Una conquista que fue muy difícil conseguir y que es muy fácil perder.

El feminismo no ataca a los hombres. No pretende discriminarlos ni hacerlos de menos, si no que busca la igualdad con ellos para las mujeres. La valía es la «calidad de una persona que vale». Nunca se cuestiona la valía de un hombre. Por el contrario, a mujeres con valía, se las aparta de los mismos cargos.

En esta sociedad machista, una mujer tiene que trabajar por dos para demostrar lo que a muchos hombres no se les exige: que nos miren con respeto. Aun así, cuando pones de manifiesto esta situación, te dan argumentos tan aplastantes como «no lo hubieras hecho, que nadie te mandó».

Reconozco que es agotador, produce desánimo levantarse por la mañana y pensar: «a ver por dónde sale hoy el machismo». Hace cinco años una persona que no se considera machista me dijo que «ya hay igualdad». Le pregunté: «¿dónde?» Su respuesta fue sorprendente: «en todos los sitios. Vas al centro comercial y te encuentras cientos de dependientas». Cuando pregunté cuántas mujeres había en la dirección del centro, cambió de tema. Delata que muchos hombres piensan que esos puestos deben ser suyos, que las mujeres no estamos preparadas para dirigir. Nos infravaloran. Si juzgamos por la valía, las mujeres tenemos el doble que los hombres. Porque trabajamos fuera de casa y dedicamos el doble de tiempo que ellos al cuidado del hogar y la familia.

Mientras esto cambia, mientras consolidamos los derechos de igualdad como ciudadanas, saldré a reivindicar el 8 de marzo con las mismas fuerzas y ganas que cuando tenía 15 años. Por mí, por mi hija y por mi futuro nieto. Porque la igualdad conseguirá sociedades más felices para mujeres y hombres. Las estadísticas evidencian que hay retrocesos en la Igualdad, especialmente desde que la ultraderecha accedió a las instituciones. Por eso hoy más que nunca, salgamos a la calle.

El feminismo no ataca a los hombres. No pretende discriminarlos ni hacerlos de menos, si no que busca la igualdad
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